Hace un rato me ha bajado el libro de Fernando Jáuregui, "El cambio en 100 palabras" y he empezado a leerlo. Es el segundo libro que cae en mis manos en los últimos 5 días que trata del futuro y de los cambios tecnológicos. El primero fue "Androiceno", de Miguel Ángel Serrano, que va sobre Inteligencia Artificial y su influencia en el mundo de los escritores y las editoriales. Fernando es amigo mío desde hace unos 30 años, pero no sabía que estaba interesado en estos temas. Dice que lleva recopilando información hace cinco años.
La última vez que nos vimos creo que fue en 2023, en la exposición de mi hermano José Luis, en la Fundación Carlos de Amberes. Ahora lo estoy viendo en la tele con una gorra amarilla y dice que tiene la cabeza vendada y no la quiere enseñar. Me llama la atención y me interesa esta tendencia de relacionar la actualidad con el futuro que, según Fernando y otros más, ya está aquí.
Esto nos coge a todos algo pasado. Quiero decir que me va a ser difícil disfrutar de las ventajas de las nuevas tecnologías que tendrán su esplendor en 2050. No podré disfrutar de las prótesis para ser eternamente joven ni llegare en condiciones al universo de los drones. Lo realmente curioso es que estos avances que nos amenazan están en contradicción con la decadencia de lo woke que se había impuesto en los últimos años.
Creo entender a mi amigo Jáuregui cuando plantea la esperanza en una recuperación y fortalecimiento del humanismo para defendernos de las tecnologías de Elon Musk y compañía. Esto lo conecto con la entrevista que leí esta mañana a Rafael Argullol, donde afirma que la única posibilidad de recuperarnos está en retornar al humanismo. Todo tiene que ver y nos preocupan las mismas cosas. Confío en la humanidad, y aunque no sea mi tiempo pelearé para que ese retorno a los valores humanos se produzca. Por el momento continuaré con la lectura. Leer es lo más sensato que podemos hacer.