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Nubosidad Variable

jueves 24 de marzo de 2022, 02:00h

Los que residimos en estas maravillosas islas, no estamos acostumbrados a este mal tiempo y menos a tanta crisis una detrás de otra.

Nos hemos sumido en un triste invierno, que ha dado comienzo a una fría primavera y que no acaba de sacarnos de la desidia que asola nuestro país.

Días de frío y lluvia que nublan nuestra ciudad y que han convertido nuestros días en un triste devenir de circunstancias, que entristecen nuestro alma.

La ciudad se encuentra en crisis, en un aletargado invierno que pareciera eterno, pasando de la pandemia, a la guerra de Ucrania, a la huelga de transportista y ¡vaya ud. A saber qué más nos depararará este insólito 2022.

El miedo acecha nuestras calles, la tristeza inunda nuestras almas y la apatía se ha hecho con nuestros corazones.

Y en medio, los políticos quieren hacernos ver que el país va mejor, que la economía saldrá a flota y que todo lo hacen por nuestro bien, como el último acuerdo con el Sahara.

Y nosotros nos sentimos como espectadores ante una película de terror, tapándonos los ojos para no querer ver al malo y sin querer cambiar nada de lo que nos rodea, no vaya a ser que todavía puede ir peor.

Por eso he de decir que admiro a esos transportistas que en estos días, han salido a nuestras calles a defender nuestros derechos a una vivienda digna, a por llevar algo que comer a sus casas y a no trabajar a cambio de nada.

Tengo un espíritu reivindicativo, será por la sangre vasca que corre por mis venas y no puedo ver como no salimos a quejarnos a las calles sobre esta pérdida de derechos que está matándonos lentamente.

Tal vez nos parezca poco, pero tenemos un derecho universal a tener unos mínimos que nos permitan vivir, una vivienda justa, un plato de garbanzos que llevarnos a la boca y unos mínimos sanitarios que nos permitan tener una vida digna.

Pero es cierto que de tanto claudicar, se nos olvida que podemos salir hacia adelante trabajando duro y que tal vez así podamos tener una mejor vida, una educación com valores para nuestros hijos y un futuro un poco más prometedor que el que se dibuja en las televisiones de nuestros hogares.

Reivindiquemos vivir con sentido común, con coherencia y ayudándonos los unos a los otros para poder obtener una vía digna, aunque esa rebeldía debería comenzar en nuestros hogares, volviendo a recuperar unos valores que nos hagamos personas dignas, que vivien una vida con sentido común, aunque como siempre digo este sea el mejor de nuestros sentidos.

Saquemos nuestro paraguas más florido y a este mal tiempo pongámosle nuestra mejor cara, aunque esta nos cueste cambiar nuestro enfoque de vida y la forma de ver el mundo.

Démonos una oportunidad para crear un nuevo paradigma que sea positivo para nosotros y para nuestros hijos, dejàndoles algo más que tristeza y pena y querido amigo lector, recuerda que siempre que llovió amainó y ahora también ocurrirá así.

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