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Lady Godiva Puigdemont

Por Joana Maria Borrás
domingo 01 de octubre de 2017, 04:00h

Puigdemont azuza a los ciudadanos independentistas para que estén en la vanguardia de una absurda batalla el próximo domingo. Espera que sean ellos quienes, jugándose el pellejo en primera línea, consigan hacer recapacitar a un gobierno anticuado que también, por supuesto, debería haber dado su brazo a torcer aparcando el orgullo y para bien de todos, autorizando un referéndum que hubiera resultado inocuo.

Aun así, la gran responsabilidad que ha asumido Puigdemont con sus palabras, en la entrevista de Jordi Ebole, resulta abrumadora. ¿Cómo es posible que un responsable político asuma su desobediencia aunque no mencione esa palabra, y lo deje todo en manos del azar poniendo en peligro la vida, la integridad física de las personas y la paz social?

Confiar en que la policia, los mossos, la guardia civil, no actuaran cuando vean el tumulto dirigirse en masa a las urnas (con sus papeletas en la mano dijo textualmente), que ese sea su más inmediato y único plan, es sencillamente una barbaridad, y lo peor es que es consciente de lo que hace porque lo explicaba con detalle en la entrevista.

¿Y si ese representante de la ley, sea quien sea, se ve en la tesitura de tener que hacer cumplirla? ¿Quien va a asumir la responsabilidad de su gran debate moral interior? ¿Y si hace cumplir la ley y alguien resulta lesionado, quien asumirá los daños causados? ¿Qué autoridad moral puede tener quien es capaz de decir que espera que los millones de ciudadanos que vayan a votar consigan como en las mejores películas de Disney que no se aplique la ley? ¿Quien se cree ser quien es capaz de colocar en esta tesitura a quienes tendrán la obligación de ejecutar las normas establecidas y las resoluciones judiciales dictadas?

Día dos de octubre Puigdemont debería dimitir si un solo ciudadano de este País o del que sea, ha resultado dañado en esta absurda batalla en qué consiste no acatar las normas de la democracia si el resultado de su aplicación no nos conviene o no nos gusta.

Puedo entender el talante impenetrable y destructivo de los extremistas que comparten gobierno en Catalunya, aunque no comparto sus discursos y menos sus actuaciones (es simple, con ellos no hay de forma de diálogo posible), pero de ahí a que un President que aspira a serlo de un País y no de una simple Comunidad Autónoma, se lo haya creído todo y se pasee cabalgando desnudo como Lady Godiva, que quieren que les diga, siento vergüenza ajena y propia porque somos el hazmerreir de esa parte del mundo que todavía tiene algo de sentido común.

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