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La nueva picaresca británica

jueves 15 de septiembre de 2016, 12:39h

Siempre se ha atribuido la picaresca a un invento español, una forma reprobable de comportarse en la vida que busca sacar partido de cada situación, sea o no lícito. No obstante, según denunciaba ayer Jorge Marichal, presidente de Ashotel, parece ser que un grupo de británicos, gentlemen venidos a menos, se han contagiado de dicha forma de ver la vida y llevan todo el verano haciendo estragos en nuestras zonas turísticas más importantes. ¿Cómo?. Promoviendo denuncias falsas contra hoteles debido a supuestas intoxicaciones alimentarias, las cuales, al ser presentadas en el Reino Unido, resultan terrriblemente caras de litigar, por lo que muchos -principalmente, pequeños hoteleros- deciden pagar ante la posibilidad de unos costes mayores.

Una sinvergonzada sin paliativos, fruto de la ambición de unos turistas que parece que han tomado como suya una tierra que no les pertenece. Hace poco un joven reclamaba en un restaurante un servicio en español, su dueña británica le contestaba que si no sabía dónde estaba, que aquello era una zona turística -la céntrica avenida Rafael Puig- y que ahí se hablaba inglés. Ante la indignación del joven, la embrutecida sexagenaria le retiró el plató que se disponía a servirle, le gritó de malas maneras que se fuese y que no se le atendería más en aquel local.

Lejos de generalizar, este caso demuestra que debemos ser estrictos en la legislación y en la forma de ver el turismo. Empezamos permitiendo que no se rotulen los escaparates en español y después se ponen a levantar falsos testimonios para beneficiarse y pretender que el viaje, que ya les sale barato de por sí, les sea regalado. Pues no. Pongamos justas barreras para que luego no intenten abusar de nostros, ya que, como decía aquella película: "Confío en todo el mundo, pero desconfío del demonio que llevan dentro".

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