www.canariasdiario.com

El espíritu de La Navidad

Por José Luis Azzollini García
lunes 18 de diciembre de 2023, 13:17h

Se acercan las fechas de la Navidad y ya son muchos los hogares del País donde se capta movimiento a ritmo de villancicos y fiestas de amigos, empresas y hogareñas. La lotería con calvo o sin él, ya está a punto de agotarse. Ya cuesta conseguir determinados números que terminan en tal o cual cifra; y, muy pronto, emplearemos parte de nuestro tiempo, oyendo el soniquete del día veintidós. Después, como es la costumbre, nos desearemos salud, que como se sabe y conoce, es lo que más deja este juego de azar promovido por el Estado. En las arcas públicas, no hay salud que desear. Allí lo que llega es dinerito constante y sonante.

La Navidad contada por Charles Dickens es una experiencia que le recomiendo a todo el que le guste una buena lectura o de una película entretenida en la televisión. Aquellos tres fantasmagóricos personajes que visitan al avaro “Ebenezer Scrooge”, y le van cambiando la concepción que él tenía de estas fiestas, me han recordado que con o sin visitas inesperadas, hablamos de momentos en los que ayer y hoy -confío en que siempre- nos volvemos algo más sensibles. Más tiernos. Más humanos, si cabe. En mi caso, lo de recibir fantasmas, lo veo algo difícil porque no estoy muy dado a captar esas señales extrasensoriales. Aun así, no descarto que cualquiera de las personas con las que uno interactúa en estas fechas, no se comporte un poco de esa manera y pudiera encuadrársele dentro de esa categoría espectral.

La cuestión es que, Las Navidades del pasado, son recordadas -al menos en el caso de mi familia- algo distinta a las que estamos teniendo en estos últimos años. No digo que sean peores ni mejores, sino diferentes. Lo que marca las posibles diferencias, son los seres queridos que ya nos han ido dejando. En el caso de mi esposa, en su casa se celebraban unas fechas llenas de gente. El pertenecer a una familia numerosa y bien avenida es lo que tiene. Tal vez las comidas y los regalos no fueran espectaculares, pero los recuerdos vividos entre ellos, se siguen recordando cada vez que entramos en el mes de diciembre. Se les recodará cada mes y cada día durante el resto de sus vidas, pero en este mes parece que aquellos momentos afloran con mayor fuerza. Mi familia por el contrario no era tan grande. De hecho solo éramos dos hermanos. Pero también hemos ido dejando atrás el cabrito y la ensaladilla de mi madre y la campanilla que, mi tía-abuela, hacía sonar para anunciar que los reyes ya habían llegado. Unas veces con más cosas que otras, pero siempre se acordaban de rellenar nuestros zapatos.

En el capítulo de las amistades, también hemos ido teniendo cambios. Algunas parejas ya no forman parte de tu grupo de amigos más habituales y eso también se hace notar cuando tiras de recuerdos y de anécdotas. Pero, la vida sigue y van llegando otras nuevas amistades con las que también vas teniendo tus gratas vivencias.

En muchos hogares se desempolvará y colocará el arbolito de navidad y cerca de él, tal vez, también un Belén. En muchas de las nuevas viviendas, solo cabrá lo más significativo pues no hay espacio para tanta gente. Y, si ponemos el acento en las que proponía una señora ministra allá por el 2014, solo habría espacio para el “caganet”. Y se hubiese colocado; aunque solo sea por tener el recuerdo que le correspondería, por hablar de viviendas de VPO dignas.

Las cartas para los regalitos que llegan por estas fechas, será otro tema de conversación entre turrón y turrón, pues los defensores de los tres Reyes magos, no quieren saber nada del señor gordo “cocacoliano” -perdón por el “”palabro”-, vestido de rojo y que se cuela por las chimeneas. De sus majestades nunca se ha dicho por donde entran; sus caminos, son mágicas veredas. Lo cierto es que, llegar, llegarán todos. Yo reconozco que soy más monárquico en estas fechas. En el resto del año también, aunque ese no es el tema. Así que, lo más que hago en la noche del veinticuatro, es tomarme una Coca-Cola a la salud del gordinflón. Él estará trabajando, hasta bien entrada la noche, en los centros comerciales; pues, por lo que parece, está en la nómina de muchos de ellos.

La Navidad, también es momento para sentirnos más dadivosos con quienes nos rodean y no han alcanzado una velocidad de crucero en la vida. Nuestras manos llegan con mayor facilidad al bolsillo de la cartera; y, ésta, se abre de forma menos tacaña para compartir parte de la paga con esa otra gente. Tal y como le sucede al tacaño de Dickens, parece que uno se siente empujado a no mirar para otro lado. Esto es bien conocido por toda la gran lista de organizaciones no gubernamentales que invierten, parte de lo recaudado, en campañas para la captación de ese mejor nivel empático que nos envuelve en estas fechas. Las imágenes de niños, es bien usada por los hacedores de dichas campañas y sus ojitos te llegan al alma. - ¿Cogiste el número al que hay que llamar para donar solo diez euros? No te preocupes, lo repetirán mucho- Nos dejamos llevar por esa corriente de anuncios televisivos, sin percatarnos de que, pudiera ser, que en nuestro propio barrio, o incluso edificio, haya gente que lo esté pasando tan mal como esos pobres niñitos del anuncio. Pero claro, esa gente que la tenemos cerca, sabemos que hasta hace poco, bien que presumían de irse de vacaciones y del coche que se habían comprado “súper RXT y JK”. ¿No seremos capaces, ni en Navidad, de comprender que la vida da vueltas y que esa familia que vivió tan bien y que paseó su éxito por nuestras narices, pueden estar ahora en un momento frágil? ¿No seremos capaces de perdonar la soberbia ajena y acercarnos a ellos, aunque solo sea para preguntarles si necesitan algo? Ese es el espíritu de la Navidad y en muchos casos, sí que llega.

Llegará cuando seamos capaces de preparar algo para quien no tenga y acercárselo en el caso de que no quepa en nuestras mesas familiares. Llegará cuando aprovechemos la ocasión, para desearle una feliz navidad a quien hace tiempo que no le hablamos. Cuando yo era un niño tenía en mi barrio a un amigo de mi edad, cuyos padres, sentaban a su mesa, por Navidad, a un niño que sacaban del reformatorio[1]. Nunca he sido capaz de llegar a ese nivel de altruismo y sensibilidad, pero lo dejo escrito, porque Doña María y Don Esteban, merecen mi respeto desde entonces. El espíritu de La Navidad, nos tocará a todos. Y, aunque los mensajes navideños provenientes de los centros comerciales, forman parte de las fiestas, no tienen tanto que ver con ese otro espíritu del que vengo hablando. Está bien consumir, porque eso genera riqueza al País; pero aprovechemos el momento para acercarnos a los demás, con ganas de hacerlo. Y, si nos sale alguna lágrima, seguramente sea porque nos estemos dejando imbuir por el verdadero espíritu de La Navidad.

[1] Reformatorio.- Lugar de recogida de niños que mostraban conducta rebelde y en algunos casos algo delictivas, para mediante una formación severa, “reconducirlos” por el camino correcto. Hoy en día, reciben otros nombres como “Centros de Acogida” y su formación es menos severa.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios