El Papa Francisco ha nombrado, para la diócesis hermana de Canarias, un obispo auxiliar para apoyar el ministerio del Obispo titular. Ha sido elegido D. Cristóbal Déniz, profesor del ISTIC - Gran Canaria y actualmente Vicario General y Canónigo de su diócesis. Una alegría conocer la noticia. Una alegría y una preocupación, porque con toda razón la Iglesia nos invita a pedir diariamente por nuestro obispo, porque no es un ministerio sencillo. No es un mero honor o un título alcanzado por los méritos del candidato tras haber hecho carrera. Para nada. Con el nombramiento cae sobre sus hombros la cruz gloriosa del ministerio que llevará detrás de Jesús con la gracia del Espíritu.
Menos mal que se cuenta con el auxilio de la gracia de Dios. Porque quien es puesto al frente de algo es objeto de todas las miradas. Y se mira de muchas maneras y siempre desde la subjetividad del observador. ¡Ánimo, D. Cristóbal! El que inicia los procesos llamando, Él es quien lleva a término la obra de sus manos.
El nombre del ministerio -Episkopos- deriva del griego y significa supervisor. Es el que mira desde arriba, el que contempla desde una atalaya y es capaz de tener una perspectiva de juicio mayor y mejor. Mirar es la forma activa de ver. Abrir los ojos es lo que nos hace ver. Pero para mirar hace falta una intención y un deseo concreto. Hace falta una acción activa y una motivación. En este caso la mirada debe ser lo más cercana posible a la mirada de Cristo. Mirar la realidad como Jesús la miró.
Miró la necesidad de los novios de Caná, a los que les faltaba el vino. Miró a aquella mujer sorprendida en adulterio y condenada por pecadora. Miró a la viuda que había perdido a su único hijo y a la que depositó la última moneda en la alcancía del templo. Miró a Pedro después de sus negaciones y a Juan desde lo alto de la Cruz. Miró a María que le buscaba con los ojos empapados en lágrimas de desconcierto por fuera del sepulcro nuevo. Pudiéramos recorres las páginas del Evangelio contemplando la actitud activa de Jesús y sus miradas, generando compasión, coherencia, justicia, caridad, amor, perdón, reconciliación, etc. Salvaba con su forma de mirar.
No es, aunque también lo sea, una mera supervisión inspectora. No es mirar con la mirada del juez, del médico, del encargado de obra, del responsable de recursos humanos. Esas miradas se agotan en lo concreto. Mirar más allá, como el pequeño Príncipe que nos invitaba a reconocer que lo importante es siempre invisible a los ojos. Mirar con la profundidad apostólica que la llama del Espíritu genera en el ministerio. Mirar desde el fuego ardiente de la zarza que ha incendiado la historia con un amor explosivo y dilatado.
Mirar amando, en fin. Porque no es digna de la obra de las manos de Dios mirar de otra manera. Mirar y anunciar las noticias buenas que se ven, o los peligros que se perciben. Purificarnos la mirada a otros observadores para indicarnos dónde tenemos que dirigir los ojos para reconocer la verdad que salva porque viene de fuera.
No tengo otra manera de felicitar a Don Cristóbal Déniz por la elección hecha por el Papa en su persona y ministerio que poner por escrito lo que me salta del corazón.
Felicidades.