www.canariasdiario.com

Saber servir

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 04 de enero de 2024, 06:00h

Se ha puesto en la picota al cuerpo de funcionarios de la administración del estado con la intención de realizar una valoración de su labor profesional y poniendo en cuestionamiento su acostumbrada estabilidad laboral. Más que funcionarios, a ellos -también a mí- les gusta llamarse servidores públicos. Y creo que su labor encaja mejor con el verbo “servir” que con el calificativo de “fijo” que, inevitablemente, suele ser el anhelo de cualquier profesional que se presenta a unas oposiciones.

Un servicio público.

Pero no vale solo con denominarlo así; es necesario saber servir y servir bien. La vida de cada uno es algo precioso, un destello de lo grande encarnado en nuestra piel. No se trata de vivir, sino de convivir, de construir convivencia. Porque no somos sin los demás y los demás no son sin nosotros. ¡Que misterio!

La convivencia, como experiencia de sociedad humana, no es posible sin que los unos estemos al servicio de los otros y reconozcamos que esta mutua relación nos hace seres humanos. Nuestros padres nos han prestado un servicio insustituible y extraordinario; luego hemos recibido el servicio educativo y sanitario en nuestros primeros años. Aquella enfermera que nos puso las primeras vacunas o aquella maestra que nos enseñó a escribir y a leer nos prestaron un magnísico servicio: impagable. Y desde entonces no hemos hecho más que recibir miles y miles de prestaciones de servicio que nos han hecho estar donde estamos.

Incluso aquellos que tuvimos que pagar, fueron servicio. Como los taxistas que nos prestan un servicio, o las guaguas que nos trasladan, o los mecánicos que nos mantienen en buen estado los motores de nuestros coches privados. ¡Cuántos servicio! ¡Cuánto bien!

Pero quienes prestan estos servicios pueden sentir que sirven y hacerlos con el sano orgullo que produce servir, o pueden hacerlo como aquellos que, con altivez y como haciendo un favor inmerecido nos conceden su benevolencia pública. También tenemos experiencia ser ser mal servidos. Todos lo hemos experimentado.

Cuando se trata de un servicio privado, si no me gusta me cambio de acera. Pero cuando das con un funcionario público que ha creído que su trabajo es la atalaya de la benevolencia social y que existimos gracias a él, entonces se trata de un autoservicio, en el que mucha falta de autoestima se cubre con la profesión que se ha elegido.

Algunos hemos escuchado aquella frase que sigue resonando en la hisoria: “No he venido a ser servido, sino a servir, y a dar la vida en rescate por todos”. (Mt 20, 28) Venir a servir y servir bien. ¡Qué buena frase para incorporar al temario de cualquier oposición!

Estos pasados días de Navidad y Fin de Año, con los míos, he brindado por tantas personas que en las fiestas mantienen los servicios básicos funcionando aun privándose de las mismas. Hemos recordado a tantas personas que prestan su servicio para que todos disfrutemos. Por ellos, ahora, en esta página, vuelvo a brindar.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios