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Abuelo, cuéntame que era un autónomo

Por Juan Antonio Tormo
lunes 08 de marzo de 2021, 04:00h

Hasta dónde me alcanza la memoria los autónomos eran trabajadores que creían en si mismo, en su profesionalidad y sobre todo en su independencia. No eran partidarios de trabajar para el Gobierno, sino de mejorar el País, colaborando para tener unas mejores ciudades y pueblos, llenándolas de vida con sus negocios, era aquello de la economía productiva, no la especulativa que llego después.

Fueron reconocidos en un principio, de hecho me acuerdo que en los años 80s estaban muy bien vistos a nivel social, daban trabajo a mucha gente y con sus impuestos ayudaban a levantar la economía, pero también hay que decir que ya tenían carencias entonces, no había paro para ellos, por lo que había que luchar el negocio a muerte, tampoco tenían buenas prestaciones por bajas, lo de la maternidad era un reto, con ese panorama a las mamas autónomas se les tendría que haber hecho un monumento. En definitiva, los autónomos nuca se daban de baja, de hecho hasta circulaba una leyenda sobre que tenían otro tipo de sangre, lo cual a mí me ponía de los nervios, porque hubiera deseado más de una vez haberme dado de baja, como cualquier otro trabajador.

Tenían trabas burocráticas, pero no eran excesivas, eso también cambió a los pocos años, en realidad fueron atrapados en una vorágine de exigirles cada día más requisitos para trabajar, al mismo tiempo que les subían los impuestos, también su imagen se fue degradando de tal manera, que aquel autónomo que creaba una empresa y tenía buenos resultados económicos empezaba a ser mal visto, incluso se le tachaba con la frase de “algo estará haciendo mal, no se puede ganar dinero sino es de manera ilícita”. Pero lo peor estaba por llegar.

Entre el 2007/2008 estalló la gran Crisis financiera, hizo desaparecer a cientos de miles de autónomos y pymes, no hubo prácticamente ayudas, se optó por salvar a la Banca, así de claro, con el dinero de todos, muchos de los que aguantaron lo perdieron casi todo, casas, vehículos, no podían pagar los estudios de sus hijos, hasta que algunos decidieron dar un paso definitivo y se “borraron” de esta vida.

Pero con mucho sufrimiento resurgimos, con las mismas ganas e ilusión de siempre, pensando que en esta vida ya no habría algo peor y nos equivocamos, vino el “bicho” y lo que no arrasó a su paso lo hizo la incompetencia de los políticos que nos gobernaban, tantos años de sacrificio y de pagar impuestos y ahora resultaba que no éramos “esenciales” para nada ni nadie, de hecho, fuimos los últimos en vacunarnos lo cual originó que muchos no llegasen a la vacuna. Los políticos nos habían mentido otra vez, estábamos amortizados y pensaban en otro tipo de Sociedad y nosotros sobrábamos. Así pasamos de ser el motor de un país a ser aplastados por el mismo sistema, al cual habíamos aportado tanto dinero fruto de nuestro trabajo.

Queridos lectores, este relato es muy real en su primera parte y todavía no se ha escrito el final, aunque como ven puede ser muy trágico. Todavía estamos a tiempo de darle la vuelta, no tenemos porque resignarnos, si tenemos que desaparecer que sea por otro sistema mejor, no porque nos eliminen como desperdicios. Somos duros de pelar hemos sobrevivido a muchas guerras y ahora vamos a dar la batalla final.

Yo no quiero contar este final a mi nieta y les aseguro que lo voy a luchar, millones de autónomos y pymes se lo merecen.

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