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La ola invisible de la tardor

jueves 08 de octubre de 2020, 09:39h

Este otoño será más duro que los anteriores por la pandemia y sus efectos colaterales psicosociales en el área laboral, económica y familiar. Paro, duelos, soledad, quiebras económicas, enfermedades físicas, incomunicación, desesperanza, estrés e incertidumbre a raudales. La tormenta perfecta para que la ola invisible de las alteraciones mentales emerja con fuerza. Por otra parte, la llegada de “la tardor” provoca en personas predispuestas una alteración en sus ritmos circadianos que desajustan el animostato cerebral que se traduce en menos disponibilidad de las gasolinas cerebrales que se manifiesta en la enfermedad emocional que más hace sufrir al ser humano y a su familia. La depresión es cada vez más frecuente. Es una especie de epidemia que provoca un gran impacto no solo personal, sino familiar y social. Las condiciones de vida actuales la están incrementando, pero no hay que olvidar que no hace falta que haya motivos para padecerla. Muchas de ellas son infradiagnosticadas o no son adecuadamente tratadas. Y solo las personas que la padecen y las familias que las acompañan saben lo que se siente. No hay palabras para expresarlo

Por otra parte, la palabra depresión se ha descontextualizado y sirve igual para un barrido que para un fregado. Es injusto trivializarla. Cuantos pacientes deprimidos se sienten incomprendidos cuando la gente habla de la “depre” o la inexistente “depresión posvacacional”. Si la mente es un producto del cerebro y el cerebro es un cableado de electricidad y química, que se altera en la depresión está claro que el abordaje químico solo es posible con los fármacos antidepresivos. Estos complementados, en ciertos casos, con la psicoterapia son muy eficaces y nos permiten dar un mensaje de esperanza a nuestros pacientes. Es una buena noticia saber que muchas depresiones responden a los tratamientos psicofarmacológicos y psicoterapéuticos que tenemos, pero son muy frecuentes las recaídas, por lo que hay que prevenir. Ah y la depresión no se cura ni viajando ni con voluntad.

Ya saben, no se justifiquen ni pidan perdón si la padecen, mejor busquen ayuda a su médico de familia. Ellos saben muy bien cómo tratarla. Y además están las unidades especializadas con psiquiatras y psicólogos a los que son derivados los pacientes que no mejoran tras el tratamiento iniciado por sus médicos de atención primaria.

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