MUEREN CADA DÍA EN EL MUNDO. Detrás de cada una de esas muertes, por un motivo u otro, hay un auténtico drama.
Según la ONG “Save the Children” todos ellos son menores de cinco años, como el caso del pequeño Julen fallecido de manera trágica en un pozo al momento de caer.
Lo vivido por la familia ha sido un auténtico horror y ese horror se ha debido multiplicar, si en un intento de liberar la tensión intentaban ver algún informativo o conectarse a alguna red social, en el que se venían creando falsas esperanzas de supervivencias de manera irresponsable.
En noviembre de 1992, tras los fastos de olímpicos y de la Expo, tres niñas desparecieron en un pueblo desconocido para todos llamado Alcasser; desde entonces tristemente célebre. La aparición unos años antes de las televisiones privadas hizo que estas, bien por ignorancia o por conseguir audiencia, se regodearan en el dolor de unas familias para goce de unos espectadores que nunca habían visto nada parecido. La culminación, la expresión máxima de la indecencia moral y televisiva fue un programa presentado por la señora Nieves Herrero emitido el 23 de enero de 1993. Ese programa la ha perseguido toda su carrera y por ello será recordada, hasta el punto que a los veinte años de su emisión renegó de él y reconoció su error. Daba igual, había despertado a la bestia, una audiencia sedienta de morbo y dolor que goza con el sufrimiento ajeno.
Este mes de enero lo hemos vuelto a hacer; las televisiones públicas y privadas conectaban en directo y sólo se podía ver una máquina tuneladora trabajando; no había noticia pero eso era irrelevante, se trataba de emitir morbo y crear falsas esperanzas. Ver a profesionales serios, a periódicos serios, prestándose a esa orgía de sangre y dolor, arropados bajo un falso manto de la obligación de informar era simplemente vomitivo.
No hemos aprendido nada del pasado; seguimos siendo igual insensibles frente al dolor de los demás. No crean que me quedo indiferente ante lo que ha pasado, mi respeto y admiración a todos aquellos que se han comportado como unos héroes esos días; especialmente a aquellos que cumpliendo con su deber se han jugado el pellejo para no dejar a Julen en la mina, porque dicen estos mismos que nadie se queda en la mina.
No podemos vivir en la angustia pero si podríamos hacer más, recuerden la cifra inicial, 18.000 niños menores de cinco años mueren cada día en el mundo. Todos hijos de un padre y madre; algunos viviendo auténticas agonías en el primer, segundo o tercer mundo, quizás deberíamos preocuparnos de algunos de ellos en lugar de disfrutar consumiendo pornografía intelectual. Que pasen un buen día. 18.000 cada día…