Un proyecto del Servicio insular de Patrimonio Histórico recupera la composición decimonónica de la fachada de esta construcción del siglo XVI, cuyos elementos se perdieron tras una actuación realizada en los años 80 del siglo pasado
La ermita de Nuestra Señora de las Nieves de Agaete cuenta de nuevo con la imagen y el carácter arquitectónico y artístico que siempre le caracterizaron, al haber recuperado en su fachada la composición decimonónica que permanecía en el recuerdo de las y los agaetenses y de todas y todos los grancanarios, y poder volver así a formar parte del patrimonio de las Islas. Un logro que ha sido posible gracias al proyecto de restauración impulsado por el Servicio de Patrimonio de la Consejería de Presidencia y Movilidad Sostenible del Cabildo de Gran Canaria, que tutela Teodoro Sosa, y cuya financiación y ejecución han sido aportadas al Obispado de Canarias por la Corporación insular
El líder del Gobierno de Gran Canaria, Antonio Morales, dieron a conocer hoy a la ciudadanía el resultado de la intervención, en un acto en el que le acompañaron Teodoro Sosa y el director insular de Patrimonio Histórico, Juan Sebastián López, junto al Obispo auxiliar de la Diócesis de Canarias, Cristóbal Hernández Déniz; al alcalde de Agaete, Jesús González, y al arquitecto responsable de los trabajos, Elías Cabrera.
Durante la visita a la ermita, el presidente Morales manifestó que, dentro del arte religioso en su conjunto, la arquitectura juega un papel fundamental en la historia general del arte de la Isla y, por eso, “el Cabildo de Gran Canaria, en los últimos años, ha ido incorporando en sus presupuestos partidas importantes para recuperar, rescatar y rehabilitar este arte, tanto en imágenes, algunas largamente abandonadas y muy deterioradas, de artistas, escultores e imagineros fundamentales para la historia de nuestra imaginaria local, como también en el patrimonio arquitectónico, en obras importantísimas como la Basílica del Retiro o la Iglesia de Arucas y de Telde, entre otras”, expuso.
En ese contexto, subrayó que el Cabildo ha invertido en los dos últimos años cerca de un millón de euros en el patrimonio arqueológico y arquitectónico de Agaete, y concretó que la actuación llevada a cabo en la ermita de Nuestra Señora de las Nieves era una iniciativa que la Corporación insular tenía pendiente, puesto que la edificación presentaba bastantes deterioros.
Así, indicó que se trata de una construcción del siglo XVI que, a lo largo de los años, ha sido objeto de distintas vicisitudes, entre otras un incendio, que han hecho que se hayan ido superponiendo distintos estilos arquitectónicos en su estructura. “En los años 80, se realizó una actuación que cambió la imagen que tuvo esta ermita durante los últimos siglos”, recordó, “y eso hizo que interviniéramos desde Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria para devolverle la imagen que conocen las generaciones anteriores, los hombres y las mujeres de Agaete y de toda Gran Canaria”, proclamó.
A este respecto, incidió en que “se había eliminado la fachada que construyeron los carpinteros de Rivera de la zona aprovechando la madera local y, por eso, con nuestra intervención se ha recuperado aquella fachada, con las dos torres, incorporando la madera y protegiéndola para que pueda durar muchísimo tiempo y devolverle así la imagen a una ermita que está aquí desde la llegada de los primeros españoles y que ha sido testigo de la evolución de la historia de Agaete y del noroeste de Gran Canaria, de sus tradiciones más centrales”, declaró, para terminar añadiendo que, además, alberga el ‘Tríptico flamenco’ donado por Antón Cerezo, cuyo original se conserva en la cámara habilitada al efecto en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, en la Villa de Agaete, que también ha sido sometida a obras necesarias de mantenimiento por parte de la Corporación insular.
El primer edificio religioso declarado Bien de Interés Cultural
Juan Sebastián López, por su parte, destacó que esta ermita es un buen ejemplo de los procesos constructivos de la arquitectura religiosa en Canarias en general y en Gran Canaria, en particular. “Curiosamente, fue el primer edificio religioso que, en 1972, se declaró Bien de Interés Cultural y la celebración de su 50 aniversario fue lo que motivó que se encargara un proyecto de restitución de los elementos de madera que perdió su fachada a principio de los años 80 del siglo pasado”, señaló.
Más en detalle, el director insular de Patrimonio Histórico explicó que la construcción, en su estado actual, es el reflejo de distintos momentos históricos. “Los elementos más antiguos pertenecen al gótico y están en la cabecera y en la capilla mayor; tiene elementos de madera de tradición mudéjar, en la armadura ochavada, que se encuentra también en la capilla mayor, donde están el arco ojival y el arco conopial, y en el desarrollo de la nave, con lo que fue la cubierta tradicional de par y nudillo con tirantes de viga, doble característica de los siglos XVII y XVIII”, describió. “Y ya en el siglo XIX fue la ampliación hacia los pies, que culminó con la fachada que ya se ha recuperado y en la que está presente el lenguaje neoclásico”.
Hizo hincapié, además, en que el resultado final de esta intervención “es el resultado de un proceso constructivo de varios siglos, que tuvo momentos también de declive y momentos de gloria, y por eso cada lenguaje artístico, cada momento, dejaron su impronta, y ahora está en su mejor momento”, concluyó.
A su vez, el arquitecto director de la obra, Elías Cabrera, comentó que los trabajos han consistido, fundamentalmente, en recuperar los elementos decorativos que tenían las fachadas y que se habían retirado a finales de los años 70 y principios de los años 80.
“Hemos tenido que reponerlos, porque quisimos recuperar algunos, pero la mayor parte de ellos estaba muy deteriorada por el paso del tiempo y ha sido imposible, porque no había nada. Los elementos se habían quitado, incluso las veletas se habían caído y la campana también se había retirado”, lamentó. “Lo que hemos hecho es reponer, dejar la imagen de la ermita como la teníamos desde el siglo pasado, con la única diferencia de que no hemos mantenido el color de la madera natural, sino que le hemos dado un tratamiento especial, para que apenas tenga mantenimiento en el paso de los de los años venideros”, finalizó.