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¿Repetimos?

viernes 27 de enero de 2023, 07:00h

No es la primera vez que pongo sobre la mesa el tema de la repetición en el sistema educativo. Antes de la entrada en vigor de esta nueva ley, yo ya defendía que la repetición no servía para nada. Esta conclusión no estaba sustentada en ningún estudio ni estadística; simplemente en la observación y la experiencia de dirigir un centro educativo de enseñanza secundaria. Los datos que ahora sí puedo aportar son que mientras en Finlandia solo repite un 0,3% de los alumnos de 1º y 2º de ESO y en Alemania, el 2,6%; en España lo hace un 9,6%. La diferencia es abismal. Y esta diferencia también se da entre los alumnos que repiten en la educación pública, un 10,3% y los que lo hacen en la educación concertada: un 1,4%.

Además, si analizamos el porcentaje de alumnos que aprovecha la repetición en un contexto socioeconómico no favorable, ésta alcanza el treinta por ciento. En otros contextos. el porcentaje puede llegar hasta el cincuenta por cien.

Así pues, la nueva norma debería haber dado una respuesta diferente a este asunto. Tratar la repetición únicamente bajo la filosofía de pasar de curso independientemente del número de asignaturas suspendidas no es la solución.

Estos días leía un artículo de investigación sobre este asunto en la revista de divulgación Contexto y acción en el que se dejaba de manifiesto que la repetición en la adolescencia es contraproducente. Hacer repetir a un alumno que se ha esforzado durante el curso no tiene razón de ser puesto que no estás valorando la cultura del esfuerzo. Hacer repetir a un alumno que ha suspendido algunas materias porque no son afines a su condición personal es injusto puesto que no todos los alumnos pueden ser competentes en todas las materias ni tienen por qué tener talento en todas las disciplinas. Hacer repetir a un alumno porque no ha tenido las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros es discriminación y no quedaría justificado. De cada vez, más alumnos disponen de menos recursos económicos para hacer frente a contigencias derivadas del sistema educativo.

Por tanto, la reforma educativa debería haber contemplado un sistema que organizase a los niños por nivel de competencia. Esto es, al acabar los cuatro cursos de la secundaria, el alumno titularía con diferentes grados de consecución de las diferentes competencias. Con este sistema se trataría a la diversidad desde la equidad que se promulga en la ley.

Otra opción para evitar la repetición que debería haberse contemplado en la norma es la diversificación curricular y la opción del alumno a elegir su propio itinerario formativo dando respuesta así a la contribución del desarrollo del talento con lo que estaríamos mejorando el éxito educativo de nuestros alumnos; y por ende, la mejora de los resultados académicos del país; cosa que preocupa mucho a los políticos.

Pero para esto, deberemos esperar a la próxima reforma educativa, que a buen seguro no estará mucho tiempo a llegar.

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