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Fin de semana

Por Julio Fajardo Sánchez
martes 07 de octubre de 2025, 14:38h
Algunos fines de semana vamos al mercado. Ya no está el puesto donde compraba el queso. Me entristece no poder saludar a Carlos, siempre sonriente. Cuando vamos acabamos comiendo en alguna parte. Solemos ir a la Tasquira de Mami, en la carretera de Tacoronte. Son jóvenes emprendedores con talento y nos tratan bien. Si es bueno y nos gusta para qué cambiar. De regreso le compramos los sobres a los gatos. Los gatos, especialmente la más veterana, son unos frescos. Deben saber el precio de la comida porque rechazan la que no sea de gourmet.
La semana se me hace cada vez más corta y el año también. Ya tenemos encima otra vez la vacuna de la gripe. Conmigo funciona porque no cojo ni un catarro. La cosa va más bien de artrosis y me duelen las articulaciones. En la tele no hay nada que me interese, así que me pongo a leer. Ahora ando con "La democracia en América", de Toqueville. Es un libro que me sirve para entender esta época que vivimos y eso que está escrito en el siglo XIX. Han pasado muchas cosas y es como si no hubiera sucedido nada. Hace unos días le di un repaso a "Viaje a Oriente"', de Flaubert y no se parece a lo que ahora ocurre por allí. La llegada de los judíos provocó la llegada de la desigualdad. Tienen otra forma de entender la vida y por eso son rechazados. Con esta gente siempre ha sido igual en cualquier parte del mundo. En fin, dejemos esto.
El sábado comimos en La Reserva y Roberto y Margara nos dejaron la mesa. Luego nos tomamos un rohibo en el patio del Aguere. El patio del Aguere es un lugar de paz y a mí me trae infinidad de recuerdos. Ahora vivimos de eso. La Laguna es un sitio que me gusta. En cada esquina hay un retazo de mi infancia, en cada calle un eco de mi juventud y en el aire el resumen de toda mi vida. La ciudad es como una zamba que nos gusta mucho.
Busco al fondo de la calle un cerro y al contrario que en la canción lo encuentro rodeandolo todo como un circo. Conocía a las personas que habitaban estas casas. Ahora están casi todas vacías salvo las tiendas que hay en las plantas bajas. Donde vivían Gabriel Liébana y María Carrillo hubo un bar que ya no está, y en la casa del registrador Cano Manuel, donde estaba la recaudación de Hacienda de Joaquín Lainez, ahora hay un tunel, un pasadizo que une Herradores con la Carrera.
Somos como una vieja película del Oeste, pero sin tiros que vengan a interrumpir la paz. La gente está muy airada y pone iconos de enfado en los posts de Facebook. No hay nada mejor para reencontrarse con la tranquilidad que hacer un ejercicio de memoria, pero no de la inducida sino de la intima y personal que siempre nos acompaña sin traicionarnos.
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