El histórico funicular de Glória, uno de los iconos turísticos de la capital portuguesa, se convirtió este miércoles en escenario de una tragedia. El convoy que conecta la Praça dos Restauradores con el Bairro Alto descarriló a última hora de la tarde en plena Calçada da Glória y acabó estrellado contra un edificio, dejando un balance provisional de 15 personas fallecidas y 18 heridas, cinco de ellas en estado crítico.
DOS HERIDOS ESPAÑOLES
Entre los afectados figuran dos ciudadanos españoles, según confirmaron fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ambos se encuentran hospitalizados y, por el momento, se descarta que haya víctimas mortales españolas. El Consulado en Lisboa mantiene contacto directo con las autoridades lusas para asistir a los heridos y dar seguimiento a la situación.
El impacto del siniestro fue devastador. Equipos de bomberos, protección civil y emergencias médicas desplegaron un amplio operativo en la zona, donde trabajaron durante horas en el rescate de pasajeros y en la estabilización del vehículo siniestrado. Una niña de tres años figura entre los heridos graves.
LUTO NACIONAL
La magnitud del accidente llevó al Gobierno portugués a decretar un día de luto nacional, mientras que el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, anunció tres días de luto municipal. “Es un día trágico para nuestra ciudad”, afirmó Moedas, visiblemente afectado.
El presidente Marcelo Rebelo de Sousa expresó su “profunda consternación” y trasladó su solidaridad a las familias de las víctimas.
El funicular de Glória, inaugurado en 1885 y declarado monumento nacional, es uno de los transportes más fotografiados de Lisboa, con millones de pasajeros cada año. Tras el accidente, la empresa operadora Carris suspendió preventivamente otros servicios de tranvía en la capital para realizar inspecciones técnicas adicionales.
La Fiscalía de Portugal y la Policía Judicial han abierto una investigación oficial para determinar las circunstancias exactas del siniestro.
La tragedia ha sacudido a Lisboa en plena temporada alta turística, dejando una herida abierta en el corazón de la ciudad y un dolor compartido más allá de las fronteras portuguesas.