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Albania, Onufri y A.K.

Por Daniel Molini Dezotti
sábado 02 de agosto de 2025, 05:00h

Prometo que el objetivo de este comentario, el de hoy, no es el de presumir conocimientos, entre otras cosas, porque sigo siendo – a pesar de la experiencia- el mismo individuo obtuso de siempre.

La erudición se aquilata con tiempo, esfuerzo y dedicación, condiciones que no me faltan, pero debo carecer de alguna otra indispensable, que hace que mis saberes se restrinjan a lo que me cuentan otros.

Y esto que sigue, es lo que me contó, en otro país, Albania, una persona culta, sensible y guía turístico, que regresó a su patria cuando el dictador, malo, malísimo, que parecía ensañarse con sus semejantes, dejó de gobernar.

Para ser sincero, algunas cosas no me las dijo A.K. nuestro guía, y, al ser de cosecha propia, posiblemente, estén erradas, pero lo sustantivo es suyo.

Regresemos a Albania y a Enver Hoxha, que durante 41 años, desde 1944 hasta su muerte en 1985 dirigió el país como si fuese una finca propia, enriqueciéndose, maltratando, sometiendo a la población, como atestiguan los informes de organizaciones internacionales, las mismas que resaltan la implacabilidad y maldad del sujeto.

El dictador comandó, con mano de hierro, el Partido del Trabajo, reprimiendo insumisos, suprimiendo a la oposición, gratificando un estado policial, donde los vecinos se deshumanizaban con prebendas y delaciones.

Alumno sobresaliente de Stalin, consiguió aislar el territorio y transformar a “Sigurimi” en una policía secreta de terror.

Como nunca faltan bestias, que saben obedecer en todos los idiomas, tras declarar el ateísmo como fórmula de estado, prohibir y perseguir las prácticas religiosas. la masa,enardecida, superando las expectativas de su jefe, comenzó a destruir el patrimonio centenario que enriquecía iglesias y mezquitas.

Cualquier desviación podía considerarse una traición a la patria, al patrón, y eso significaba no solo dolor y sufrimiento, a veces la libertad o la vida.

Los bárbaros, “iluminados” con cruces o minaretes, destruían. Eso nos iba contando A.K., mientras ascendíamos por una calle empedrada, que nos conducía a una iglesia ortodoxa de la ciudad de Berat.

“Vamos a visitar la Iglesia de la Dormición de Santa María, que se encuentra en el punto más alto del castillo, un tesoro que también alberga el Museo Nacional Iconográfico Onufri.

Desgraciadamente, a pesar de las obras restauradas, quedan muchas secuelas de los destrozos, porque en el año 1967, los innombrables que dirigían el país, conocedores de las doctrinas de Stalin, Hitler, Gengis Khan y otros genocidas, decidieron poner a los hermanos en contra de otros hermanos, para premiarlos con la condecoración más aberrante, el doctorado del fracaso colectivo.

Lo que se vivía era como un combate de boxeo, sin reglas, sin árbitros, puro salvajismo, cada uno persiguiendo su propia supervivencia.”

Sabíamos donde estábamos, nos lo había explicado en el autobús, en Berat, sede episcopal, donde convivían musulmanes, católicos, ortodoxos, la ciudad más antigua del país, víctima de dominaciones varias.

La iglesia, edificada a finales del siglo XVIII,monumento de piedra y madera, regala un iconostasio en el interior, impresionante, tallado, ejemplo de la excelencia en el arte de los escoplos y las gubias.

Esta maravilla dorada consiguió ser restaurada, no así una superficie importante de paredes y techos, rayadas, manipuladas, maltratadas por imbéciles odiosos. con meninges y neuronas transformadas en una argamasa de destrucción masiva.

Finalmente,llegó la conmoción, el museo Onufri, que desde el año 1986 está abrigado por la iglesia.

Onufri fue un "protopapas", quizás podría decirse archipreste en español, que conmocionó el arte de los iconos. Ahora lo sé -antes no- que fue un visionario, también rebelde, que incorporó colores que no estaban “permitidos” a sus creaciones, conmocionando al arte en Albania y los Balcanes.

A.K, nos sigue ilustrando: “Este artista es importante porque incorporó más colorido a sus obras, otras dimensiones, renovando de esa manera el arte bizantino tradicional. Observen los rojos, han trascendido para la posteridad como “rojos Onufri”, también se atrevió con los rosas, que fabricaba con pigmentos únicos y técnicas que aún hoy se desconocen. Comenzó a firmar sus obras, asegurando que, aunque las inspirara Dios, como sostenían los mandatarios de la iglesia ortodoxa, él era su intérprete.

Fundó una escuela en la que destacaron, entre otros, su propio hijo Nikola, que hoy comparte espacio con otros autores de su escuela y piezas litúrgicas, convirtiendo estas estancias en el principal centro de arte bizantino.”

Esplendor, horizonte místico y espiritual por un lado, consecuencias por el otro, polémica en el centro. El impacto de lo que sucedió en Albania sigue siendo actual. Todavía hay gente que piensa que Hoxha modernizó el país consiguiendo modernizarlo, para otros representó el epítome del sufrimiento y el atraso económico.

Desde la caída del sistema, en 1991, emigraron, de forma temporal o permanente, aproximadamente el 40% de la población, de un total que no llega a 3 millones.

Tras el colapso llegó el éxodo y los que retornaron se debaten entre lo que debería ser y lo que es una patria, luchando contra la especulación, las trampas y el poder de los mismos de antes, aunque ahora se llamen de otro modo.

Onufri pintaba ángeles y virgenes de colores. A pesar de su belleza parecen estar siendo sometidos por demonios horribles, grandísima obra de los “artistas” de los fracasos.

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