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Claves para el progreso turístico

domingo 16 de febrero de 2025, 00:27h

Los datos que nos ofrece el turismo en Canarias son excelentes. Tanto en el número
de visitantes como en el gasto que realizan en las Islas, nos hallamos ante uno de los
mejores momentos turísticos de la historia. El clima del que goza el Archipiélago, su
rica diversidad paisajística, la calidad de los servicios y la seguridad nos sitúan como
uno de los destinos más competitivos del mundo.

Este buen momento por el que atraviesa el principal motor económico de las Islas
debería servir de estímulo para seguir buscando la excelencia en el producto ofrecido
a quienes nos eligen. Uno de los pasos más firmes que hemos dado en los últimos
quince años ha sido el de la apuesta por descubrir nuevos mercados. Es decir, por
diversificar la procedencia de nuestros visitantes.

Hasta ahora, Canarias ha tenido una gran dependencia de tres mercados: el británico,
el alemán y el español peninsular. Durante la gravísima crisis económica sufrida entre
los años 2008 y 2014, se trabajó en otros, para ayudar a compensar la pérdida de
visitantes procedentes del Reino Unido, Alemania y España. Para ello, la bonificación
de las tasas aeroportuarias resultó un gran instrumento.

Poco a poco, el incremento de la presencia de nórdicos, franceses, polacos y rusos
sirvió para ampliar el abanico de mercados de procedencia, haciéndonos menos
dependientes de los tres tradicionales. Cualquier problema en alguna de esas plazas
de cabecera podía verse compensado por la conquista de nuevos nichos de clientes.
Por lo tanto, diversificar los mercados turísticos de los que nos nutrimos significa, al
mismo tiempo, aminorar los riesgos para nuestra economía y el empleo.

En esa línea, la noticia publicada esta semana en la prensa local acerca del récord de
turistas procedentes de los países del antiguo telón de acero responde a la perfección
sobre los frutos de la diversificación. En definitiva, sobre la reducción de riesgos para
la economía isleña.

La regresión sufrida en cuanto al turismo ruso, como consecuencia de la guerra en
Ucrania, está viéndose compensado con el incremento de visitantes llegados de
Polonia, Chequia, Hungría y Rumanía. Alrededor de 600.000 personas procedentes de
estos países se alojaron el pasado año en hoteles y apartamentos del Archipiélago.
Nunca antes se había registrado una cifra tan alta de turistas originarios de Europa
oriental.

El incremento en la llegada de polacos, checos, húngaros, rumanos y lituanos
compensa la pérdida de daneses, finlandeses, noruegos y suecos, que continúan por
debajo de las cifras alcanzadas en 2019, el año previo a la covid.

El turismo es un sector tan dinámico como competitivo. La búsqueda de la innovación
y la calidad en el producto ofrecido a quienes nos visitan debe ser diaria y constante. A
las imbatibles condiciones que ofrece el clima y el paisaje de las Islas debemos seguir
sumando mejoras en conectividad, diversificación de mercados de emisión, servicios,
medios tecnológicos y renovación total de lo obsoleto.

La exploración de nuevos mercados para diversificar riesgos requiere una política de
incentivos que despierte el interés de los operadores aéreos. Una vez identificados los
potenciales nuevos clientes –mercados–, hay que posibilitar unas comunicaciones aéreas regulares y fluidas. En general, los operadores no suelen jugar a aventuras que comporten incertidumbres. Es aquí donde una buena política de reducción de tasas puede invitar a las compañías aéreas a explorar la rentabilidad de estas nuevas rutas. Cuanto más amplia sea la base de los mercados turísticos en los que apoyarnos, más sostenible será la economía y la empleabilidad del Archipiélago.

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