Limpia los cristales
Por
Juan Pedro Rivero González
jueves 12 de marzo de 2020, 05:00h
El pesimismo tiene algo de ceguera. Evidente que nada ni nadie llena todas las expectativas de plenitud que todos llevamos dentro, pero cuando alguien solo ve coches en sentido contrario debe tomarse en serio la posibilidad de que solo sea él quien va por dirección contraria. Nada ni nadie es absolutamente imperfecto dentro de nuestra siempre imperfecta realidad. Hay una huella de bondad en todo lo que existe. Todos tienen algo bueno que aportar. Y si no lo veo, tal vez haya llegado el momento de limpiar los cristales a través de los cuales miro la realidad.
Las pasadas semanas la calima invadió todos los espacios que llena el aire que respiramos. Al final todos los coches tenían el mismo color chocolate. La calima fue abandonándonos poco a poco, pero para algunos no desapareció hasta que no se dieron cuenta de que la oscuridad la producía la suciedad de la ventana. Soy uno de los incautos que no tuvo esta previsión y tenía sensación de calima en la cocina por no limpiar la ventana. Un gesto de autoayuda y todo cambió. El pesimismo tiene siempre algo de ceguera.
Si esto se refiere a las cosas, cuando ponemos en la mesa de operaciones a las personas que nos rodean, la situación no solo no mejora, sino que puede agravarse. Con qué velocidad hacemos diagnósticos psicológicos de aquellos a los que vemos, dejándonos invadir por el pesimismo o la sospecha. De entrada parece imposible que alguien encierre una sorpresa positiva para nuestra vida. Un extraño es siempre un peligro, y esta no es mejor ceguera que la anterior. Digo extraños o digo conocidos, porque cuando se trata de las personas solemos ser muy exquisitos y difícilmente capaces de reconocer que todos encierran una riqueza y virtualidades en las que verdaderamente nos superan.
Y es una pena que miremos a los demás a través de los cristales de nuestra miopía. La educación de la mirada siempre nos vendrá bien.
Y siempre será verdad la frase elocuente de El Principito: “Lo importante es invisible a los ojos”. Al mirar no todo se ve. Porque ver y mirar no es exactamente lo mismo. La ceguera del pesimismo nace de esta patología espiritual: mirar y no saber ver.
Ya no les cuento si lo que miramos es a una persona emigrante...
Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife
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