Los datos de febrero muestran que el indicador adelantado del IPC se situó en un 2’8% para el conjunto nacional, frente al 3’4% registrado el mes anterior. Sin olvidar que este dato es solo un avance, de confirmarse, supondría una bajada de seis décimas con respecto a enero, entrando de nuevo en los rangos del 2%
Estos resultados son debidos, sobre todo, a la bajada de los precios de la electricidad, que en febrero de 2023 experimentaban una subida; y a la estabilidad de los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que aumentaron el mismo mes del año anterior. En sentido contrario destacan los carburantes, cuyos precios aumentaron este febrero, mientras que en 2024 han disminuido. La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), por su parte, disminuye también, aunque solamente dos décimas, situándose ambas tasas a una distancia de más de medio punto porcentual.
De cumplirse las previsiones, la inflación se moderaría levemente, aunque con un mayor distanciamiento de las tasas que en enero, y todavía muy alejadas del objetivo del BCE (2%). Del mismo modo, no puede suponer motivo de alivio, pues la bajada de la tasa general es debida principalmente al efecto base: en febrero de 2023, los precios de la energía estaban situados en niveles muy elevados; sin olvidar que la subyacente apenas ha disminuido en un mes. Además, los expertos prevén que la evolución de esta tasa continúe por una senda descendente a lo largo del año, aunque lenta, que contrastará con los altibajos del índice general. La tasa general sufrirá los efectos “escalón” por la volatilidad de los precios energéticos del año pasado, así como las variaciones en la cesta de la compra. Los mismos factores que este mes han tirado de la tasa hacia abajo, podrían tener el efecto contrario próximamente.