La historia de la música en nuestro País -permítaseme que lo valore desde el prisma canario- se remonta a una buena cantidad de años atrás. Algunos autores, sitúan dichas fechas en la pre-hispanidad. No me refiero, únicamente, a la parte folclórica. Hablo de la música en general. Y, desde allá hasta ahora, se puede afirmar que cualquier acto que se valore, llevará implícito reservar un espacio para colocar a la banda, a la orquesta o al pianista. ¡La música ha estado presente, siempre!
Este artículo no va de desarrollar una tesis sobre la historia de la música en Canarias. Ni soy historiador, ni me siento tan instruido como para escribir sobre ello. Por lo tanto, me centraré en otros aspectos de la música que nos atañe a todos, entendamos o no. Hablo de lo que afecta al bolsillo del erario público; para entendernos: al monedero de todas las personas contribuyentes.
¿Alguien sabría cuantificar el gasto que se produce en torno a la música en Tenerife? Una vez consigan el dato, se analiza, comparando el montante con aportaciones a otros menesteres, que también salen de la “lata del gofio”. Por ejemplo, compárese con el dinero presupuestado para fiestas populares. O, para las campañas publicitarias cuando llegan los periodos electorales. O, para visitas a lugares donde la presencia no sea imprescindible -Ir a Cuba, pudiendo estar vía internet-, O para invertir en reproducciones o copias artísticas.
Yo confieso que desconozco casi todo el gasto. Solo tengo unos datos publicados sobre algo que tiene que ver con la música y tampoco estoy seguro de que se haya expuesto el costo final de la obra que mencionaré más abajo. Déjenme que siga un pequeño orden para no dispersarme demasiado. En la isla en la que vivo, Tenerife, el montante económico invertido en música por El Excmo. Cabildo Insular, asciende a una cantidad superior a veintinueve millones -cantidad que se publicó en E.P. el 09/marzo, como destinada a la Dirección de Cultura de dicho organismo-. En dicha noticia he leído que este presupuesto está adscrito al área de Carreteras, Movilidad e Innovación. O me equivoqué al leerlo o debe ser cosa de los repartos de las estampitas. Que digo yo, que si dicha dirección dependiera de un área que tuviera que ver con Turismo, tal vez estaríamos mucho más cercano a sacar un mayor rendimiento a la cuantía económica aprobada, sea cual fuere. Pero quién soy yo para decir a qué área se adscribe cada presupuesto y responsabilidad. ¡Un “nadie”, con derecho a voto!
El Ayuntamiento de Santa Cruz, también destina una buena cantidad de millones de euros al área cultural -sobre los catorce millones-, pero cuando se rebusca algo más, la música, s.e.u.o., solo suma uno, de esos millones.
La música en Tenerife tiene infinidad de partituras repartidas entre bandas de música municipales, grupos de tambores y cornetas, grupos del carnaval, orquestas para los eventos de nuestros pueblos, pequeños conjuntos de música -jazz y otras especialidades-, cantautores, bandas militares, etcétera Y, por supuesto la orquesta sinfónica; entidad, que se lleva gran parte del presupuesto que se dedica a la música en Canarias en general y en Tenerife en particular.
Al estar hablando de dinero público -el invertido en cada uno de estas individualidades-, debería contemplarse un beneficio o recuperación para el pueblo que invierte en ellos. De las “orquestas de pueblo” ya sabemos que devuelven con creces, su mucha o escasa, participación del erario público. Somos muchos los que hemos bailado con la música que viene de sus instrumentos y gargantas. De las bandas de tambores y trompetas, ¿qué decir? Aunque en algunos momentos pudiera estar en entredicho su existencia actual, dada su aparente carácter cuasi militar, lo cierto es que le dan vidilla a procesiones y a algunas fiestas con sus “dianas floreadas”.
Los grupos de música específica, intentan llenar los locales donde exponen su arte musical. Ya se encargarán los bares y pequeños clubes de llenar sus aforos, para poder sufragar el coste de esas actuaciones, porque no creo que sea mucha la cantidad que reciben en subvenciones.
Pero, ¿qué ocurre con las orquestas municipales y con la sinfónica? Eso ya es harina de otro costal. Las primeras, realizan su devolución de la inversión pública, participando sobre todo, en procesiones varias y en actos culturales de reducida participación popular -alguien dirá que de reducida nada, pero yo lo capto así-. Antiguamente, recuerdo que los domingos teníamos actuaciones en la plaza del Príncipe de Asturias de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, -por nombrar uno, de tantos otros puntos de la isla- ¿Para qué, si no, se construyeron los templetes que existen en muchas de nuestras ciudades y pueblos? ¿Hay orquesta en La Orotava? Templete sí que hay. ¿Y, en Los Silos? ¿Y, en Arafo, -una de las cunas de la música isleña-? ¿Habrá orquestas municipales en las otras islas? La infraestructura También existe allí. Y en el resto del territorio nacional, ya ni les cuento. Hay bastantes rincones donde existe este tipo de infraestructura y a la que no se saca provecho, más allá de la posible concesión administrativa del quiosco-bar. El retomar aquellos domingos musicales, sería una buena forma de rentabilizar lo que se invierte en esos grupos. ¿Alguien recuerda alguna banda tocando en esos templetes?
Me he reservado para lo último, la otra gran necesidad de retornar el dinero público que se aportado en temas musicales. En este caso, me referiré a la música en grado mayúsculo. A la que se identifica porque a sus intérpretes se les llama “maestros” o “profesores”. Y, se les llama así, básicamente, porque lo son. Sus actuaciones no son conocidas por ser multitudinarias al estilo de los grandes conciertos de reguetón o de grandes artistas del estilo de nuestro Julio Iglesias, Raphael o de la Shakira de Piqué. Las veces que les sentimos de forma multitudinaria, al menos en Tenerife, puede significar que estamos en Navidad -Puerto de Santa Cruz- o que somos poseedores de uno de los bonos para las actuaciones que se llevan a cabo en el Auditorio Adán Martín.
¿Cuánto le costó al erario público la construcción de este auditorio? Yo he leído, que de los millones presupuestados, el resultado final hizo que saltaran las alarmas del despilfarro. Alguien podría contradecirme, pero se construyó para ser “Templo de la Música”. ¿No sería correcto, pues, que tuviera un uso anual superior al noventa por ciento? ¿Cuánto se invierte, a nivel local y turístico, en promocionar, la existencia de una de las más importantes orquestas sinfónicas de Europa? ¿A cuánta gente nacional y extranjera, le llega la información sobre los artistas que vienen a actuar junto a dicha orquesta sinfónica en el transcurso de sus actuaciones? ¿No podrían usarse, los tiempos intermedios sin actuación, para la gran cantidad de Coros polifónicos de la isla? También podría contemplarse “pequeños recitales” para quien estudia en los Conservatorios. ¿No se hace? Una de dos; o no hay capacidad suficiente para su promoción, o alguien ya ha tirado la toalla. La recuperación del dinero invertido en este palacio de la cultura, que es el Auditorio, parece que necesita un repaso. Esa obra nos costó mucho y ahora toca rentabilizarla. ¿El cartel de lleno anual, para cuándo?