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¿Sigue ahí la semillita?

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 07 de diciembre de 2023, 06:00h

Ocho y veinte de la mañana. Aeropuerto de Los Rodeos, o Tenerife Norte como aparece en la tarjeta de embarque. La imagen de una ecografía en la pantalla del móvil anunciaba que la confidencia de un amigo se traducía en una nueva paternidad. ¡Qué alegría! Luego un abrazo y la conversación sobre si sería el tercero o la tercera de la zaga Iglesias Sangil.

No es una novedad que la vida se abra camino en la existencia de una familia edificada por dos jóvenes generosos; lo que me llamó la atención y me regocijó por dentro es la narrativa de lo que ocurre en casa con otro de sus hijos –el menor- que pregunta con frecuencia a su madre, señalando su vientre, si la semillita sigue ahí; o la ternura del mayor que aconseja a sus padres que “(…) ahora se tienen que querer mucho”, para que todo vaya bien. En esta ocasión es toda la familia la que está embarazada. Creo que toda la comunidad de amigos de la familia que puede sentirse como una gran familia embarazada.

La belleza de este momento no puede ser intercambiable por nada. La vida viene con tal potencia y con tales posibilidades que nada puede sustituirla. Envuelta en tantas malas noticias que nos circundan en los niveles internacional o nacional, aquella bendición de puerta de embarque es capaz de romper cualquier pesimismo adherido a nuestra alma.

¿Dónde hay una posibilidad mayor de creatividad? Podemos fabricar y transformar la realidad convirtiendo el saber en técnica y facilitar la dinámica de la existencia, pero generar vida, hacer que lata un nuevo corazón bajo el corazón de una madre es una impresionante posibilidad a nada comparable. Rompe el techo de lo humanamente factible. Es otro nivel de posibilidad humana. Para quienes tenemos la suerte de la fe, este evento es una participación admirable en la obra de la creación. Una forma de amor divino en los pliegues de la carne humana.

Más de cien mil semillitas similares fueron interrumpidas en su desarrollo natural en este año entre nosotros. No fueron acogida, por circunstancias indecibles, con la alegría con la que lo fue esta en la imagen de una pantalla de móvil. Fueron otras historias que cayeron en la cascada del miedo o la violencia. Pero un destello como este es capaz de sustituir adecuadamente tanta tristeza por una alegría infinita.

Pues habrá que hacer caso y quererse ahora muchísimo. Porque no solo es consecuencia del amor, sino la causa de un amor nuevo y original inconmensurable y difícil de describir para quienes solo lo olemos de lejos. Un verdadero amor. Decirlo así es una reiteración innecesaria, pero inevitable, porque si es amor es verdadero.

No me disgusta dedicar este espacio de opinión a compartir el regalo de Reyes que la naturaleza ha concedido a estos amigos. Felicitarles por esta novedad y desearles que todo vaya bien.

Son tan necesarios motivos de felicitación que consoliden en su hermosura el hecho de ser humanos…

Felicidades amigos.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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