Mira que tenemos temas recurrentes en nuestras conversaciones! Pero, como el que toca “El Medio Ambiente” creo que hay pocos. Cada una de las personas que habitamos este mundo, hablamos de ello en más de una ocasión -y en más de diez, también-. Se nos llena la boca en muchas de esas oportunidades, defendiendo a la madre naturaleza. Proponemos en debates y foros intranscendentes, cantidad de ideas con un esfuerzo, al final, baldío. Desgraciadamente, en otras instancias, donde las observaciones, proyectos y debates, sí que tienen efectos posteriores; sus deliberaciones, también llegan al mismo saco de los esfuerzos inútiles. O, al menos eso se podría colegir de los resultados que se observan desde posiciones más mundanas. Los grandes titulares nos hablan de la importancia que tiene todo lo que hable del cuidado de la naturaleza. Pero al leer el desarrollo de la noticia, vemos que aquellas letras en mayúsculas y negrillas, lo único que persiguen es atraer la atención del lector. Una vez captado, quien lea el contenido de muchos de esos artículos, verá que se trata de grandes proyectos que se llevarán a cabo, como experimentos, en latitudes que jamás veremos. Y, que si llegamos a visionarlas, será porque nos las ofrezcan los documentales de cómo subsisten los elefantes de la Sabana, los pingüinos emperadores o las ballenas jorobadas -en Tenerife sur, sobre todo-.
La razón de que cueste tanto hablar de la madre Naturaleza, pero como si fuese desde el punto de vista de un hijo que cuida de ella; puede que sea por la cantidad de elementos distractores que nos encontramos en el camino. Estos palitos en las ruedas, la mayor parte de las veces tienen que ver con los intereses economicistas de unos pocos. Razones, que alguien se encarga de hacernos llegar revueltos entre las implicaciones que, esos interese, tienen en el bienestar de la sociedad en general. Si se cerraran las fábricas de coches; se le pusiera fin a la extracción de petróleo; dejaran de fabricarse aviones, trenes y barcos y un sin número de actuaciones que repercuten directamente en lo que hemos comprado como bienestar social, parecería que estaríamos dando pasos hacia atrás, a la velocidad de los cohetes que van al espacio -otro sitio que, poco a poco, se ha ido convirtiendo en un basurero interestelar- Y como reducir todo lo mencionado o disminuir su escalada incesante, se pinta como un “imposible”; pues damos por zanjado el tema y nos dedicamos a hablar del trinar de los pajaritos, hasta que también dejen de hacerlo. ¿Será eso lo que se persigue?
Mañana 30 de mayo, celebraremos el día de la Comunidad Autónoma de Canarias y me ha parecido oportuno enlazar el tema de este artículo con esta conmemoración. Al fin y al cabo, se habla de Canarias como si de un Paraíso se tratara. Pero, ¿Cuánto cemento, asfalto y aguas negras, caben en la palabra “paraíso”? Todo aquello que suponga una posibilidad de preguntarme si se podría mejorar, cambiar o erradicar, reconozco que produce en mí una reacción que me ha llevado, casi siempre, a luchar por causas que algunos llaman “perdidas”. Yo soy partidario de dejarle claro a quien tiene las posibilidades de mover los dineros públicos, que es mejor cuidar lo que se tiene, que hacer aviones cada vez más grandes, costosos y consumidores de mayor cantidad de combustible, para ir a visitarlos. Soy partidario de intentar convencer, a nuestros regidores más cercanos, que los espacios son los que son y que el construir más, aunque sea verticalmente, comportará un mayor consumo de recursos naturales que después se echarán en falta. Centrándome en nuestras islas canarias, vemos cómo, poco a poco, se han tenido que ir construyendo desalinizadoras, y potabilizadoras para llevar agua potable a la cantidad de hoteles, campos de golf y a toda la sociedad que ha ido aumentando cada año. Soy amigo de tratar de convencer a nuestra red hotelera de la gran oportunidad que se podría tener al comprar productos del campo de Km-cero, a un coste menor y con beneficios añadidos para todos. No quiero dejar de insistir en la gran ventaja que esto último daría al Turismo; al volver a utilizar las zonas agrícolas, prohibiendo su uso para otros cometidos que pudieran distorsionar el paisaje daríamos, a quien nos visita, un “mensaje verde”. Estos son solo algunos ejemplos de los motivos para implicarse en proyectos que tienen que ver, más, con cuidar de nuestro entorno natural, que con la destrucción en aras del progreso. Pero, si faltaba algo por añadir, hace algunas semanas atrás escuché decir en una entrevista a D. Juan Rumeu (Asociación Empresarial Canaria de Constructores Medioambientales), que en nuestras islas existen muchos municipios que tiran las aguas negras directamente al mar que nos rodea. Y, lo escuchado, intento unirlo a un vídeo promocional de las ocho islas canarias que ha ganado un premio internacional -largo, larguísimo, pero atrayente-. Tengo que confesar que no encuentro en lo más recóndito de mi cerebro qué he de hacer para entender que, las dos cosas, conviven en el mismo entorno. En el vídeo se ven aguas cristalinas donde nadar; sin darse cuenta que entre brazadas, podrían toparse con un “mojón” que pudiera provenir de algún inodoro Institucional.
Son, por otra parte, muy pocas las veces que se habla del número de vehículos que puede soportar nuestra red viaria. Es más fácil, parece ser, plantar más asfalto en nuestras tierras. Desde hace tiempo, también, se viene hablando de la construcción de un tren, pero eso se considera inviable por razones de, por razones de… ¿por razones de qué? ¿Alguien podría recordar el razonamiento que hace que la construcción de un tren Santa Cruz-Sur, sea del todo imposible? Se sabe que, el del norte, ya se da casi por perdido habida cuenta de la saturación del espacio consumido para viviendas, que, a algún consistorio, también se le fue la mano. Tal vez sea difícil hacerlo para dar servicio a todo el sur, pero si se hiciera desde Güímar, hasta Playa de las Américas, o habilitando el túnel “norte-sur”, seguramente se acercaría más ese lejano horizonte.
Hay mucha gente empeñada en que ya no se puede hacer nada para remediar lo hecho o para conseguir que no aumente el deterioro; la solución que se da, es poner en marcha un nuevo impuesto con un nombre muy atractivo: “Ecotasa” ¿Otro más? Sin embargo algún colectivo, dice que sí hay camino aún por recorrer en todo lo que signifique evitar más deterioro. Yo por puro egoísmo, quiero pensar igual. Pero, puede que la educación que hemos recibido de girar la cara ante un “melenudo”, esté minando muchos mensajes de renovación de esos colectivos “verdes”. ¡Evitar el desastre antes que pensar en más impuestos!
Dicen que el polo norte se recalienta en exceso y eso puede hacer que muchos pueblos costeros, desaparezcan. ¿Eso importa? Seguramente quien tenga propiedades en esas zonas, le haya prestado algo de atención en algún momento; puede que sea con aquel tipo de atención que nos lleva a maldecir a los políticos que están permitiendo que eso suceda. Pero también es posible que, quien así piense, tenga en su garaje dos coches y en previsión, un tercero, que pondrá a nombre del primogénito. ¿Ver paja y no viga? ¿Cuidar de la naturaleza es, únicamente, cosa de políticos? ¡Seamos serios! También podríamos negar el deterioro medioambiental y sentarnos a ver el andar... Feliz día de Canarias, ¡Paraíso siempre en flor!