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Omán no quiere ser Dubái

Por Pilar Carbonell
domingo 07 de marzo de 2021, 05:00h

El país de las mil y una noche como lo llama mi gran amigo Toni que nunca falla las descripciones de países que ha visitado. Con las ganas que tenemos la mayoría de emprender el vuelo, esta podría ser una buena opción para los que buscáis alternativas distintas, quizás exóticas.

Con una extensión cuatro veces Portugal, pero con una población que en su totalidad es algo inferior a la de la ciudad de Barcelona, podríamos considerar que sigue habiendo espacio para muchos. El 80% de su extensión es desierto dato que condiciona que la mayoría de ciudadanos se concentren en Mascate, la capital. Es una ciudad moderna repleta de edificios nuevos forrados de cristales. Sin querer caer en las excentricidades de su vecino Dubái, las leyes limitan a siete alturas los edificios de nueva construcción y obligan a que sean de color blanco, crudo o arena, resultado que da una homogeneidad integrada en el paisaje. La arquitectura es una mezcla de líneas rectas y curvas que invocan su estilo sin recargarlo y que a la vez proyectan una imagen de lujo refinado de momento asequible. Mas de dos mil kilómetros de costa mayoritariamente playas vírgenes por descubrir y pendientes de desarrollo.

Infraestructuras diseñadas para despegar, con un aeropuerto internacional inaugurado hace tan solo tres años podría hacer la competencia a Qatar y carreteras para albergar grandes cantidades de trafico, facilitando la movilidad.

Un país donde predominan las tierras áridas que contrastan con cuidados jardines repletos de flores bajo un sol abrasador en verano cuando se alcanzan los 48 grados y temperaturas idílicas en invierno. Un país tranquilo rabiosamente limpio, donde el picudo rojo podría ser el rey ya que las palmeras se cuentan por millones.

El Sultanato ha confeccionado un documento “Visión 2040” que diseña las líneas estratégicas para el futuro, sin islas artificiales y sin rascacielos. En cuanto a turismo proyectan un aumento exponencial de camas y cifras de visitantes que pasan de 3,5 millones hasta alcanzar los once millones.

Un país con ganas de abrirse al mundo, especialmente a un turista curioso, respetuoso y de poder adquisitivo medio alto ya que barato solo tienen la gasolina. Será interesante ver como evoluciona, sabiendo lo que no quieren ser y esperemos que no cometan los mismos errores que algunos destinos mas avanzados como Canarias ya tienen en su haber y destruyan toda la costa.

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