Hay quien dice que Hipócrates, que vivió en el siglo V a.C., es el mejor médico de la historia mientras que otros dicen que es el padre de la medicina moderna. A él se debe la separación entre religión y enfermedad, al uso de protocolos para tratar la enfermedad y la aplicación de criterios éticos en la práctica de la medicina, hasta el punto que es requisito para acceder al ejercicio de la medicina, aún hoy, el haber pronunciado el juramento hipocrático.
Imagino su leve desconcierto al ver que me introduzco en las ciencias clásicas que no domino y conozco mucho menos de lo que quisiera, pero como les decía hace unos días todo tiene una explicación (Josep Melià dixit). Dentro de dos días, el jueves 14 el Foro de la Profesión Médica rendirá un homenaje a los Médicos fallecidos en el ejercicio de su profesión durante la pandemia de covid19.
Me adhiero al sentimiento de dolor y citando, en parte, a Hipócrates sólo les puedo ofrecer consuelo, y de mi cosecha respeto y admiración. No soy quien para juzgar a las autoridades civiles por la falta de medios de los que dotaron a los sanitarios y de que nos mintieran a los ciudadanos, así como tampoco es el momento pues los dos minutos de silencio programados en honor de los Galenos deben ser respetados.
La verdad nos hará libre (San Pablo) y por lo tanto tenemos derecho a conocerla más que nunca y creo más vigente si cabe la frase pronunciada por Enrique Múgica cuando tuvo noticia del asesinato de su hermano Fernando por eta, “ni perdono ni olvido”.
Los Médicos enviados al frente, los caídos y los que no, tienen derecho a saber la verdad pues es su vida y su salud los que están en juego; los que han perdido a su pareja, a su padre o madre o a su hijo, mientras luchaban en desigualdad de armas con el covid 19 tienen derecho a saber y el resto de ciudadanos les debemos ayudar para que sepan. Todos merecemos saber la verdad, es entre otras cosas una cuestión de higiene democrática.
Mientras el pasado domingo preparaba mis notas para este artículo mi hijo Toni miraba un partido de futbol, concretamente la final del mundial de 2010 que ganó España. 10 años ya. Y mientras oía a los comentaristas angustiados por el resultado me surgieron dos ideas, la primera es que hay que poner en valor lo que realmente vale la pena y eso sólo era fútbol y la segunda es que mientras los holandeses nos hinchaban a patadas con el consentimiento arbitral, vi que en este país sólo sabemos acudir a actuaciones heroicas para salvar las situaciones.
Fue heroico el partido de la final y fue heroico Andrés Iniesta que nos hizo tremendamente felices, pero no olvidemos que sólo es futbol, hoy día tenemos a nuestros médicos mirando a los ojos de la muerte porque algún ignorante (con cargo) en temas sanitarios consideró que no era preciso un epi o una mascarilla y lo dejó de comprar para tener más parte del presupuesto para gastar en imagen y publicidad del gobierno o vaya a saber Vd. que idiotez.
Esto va en serio, hablamos de vida y de muerte, muchos nos hubiésemos escandalizado si Iniesta no hubiese llevado las mejores botas del mercado en la final y hubiese salido al campo con chanclas, y nuestros gobernantes no han tenido ningún pudor en enviar a nuestros médicos en chanclas a pelear contra la enfermedad. Mi solidaridad y apoyo y especialmente como dijo Hipócrates, mi consuelo para con ellos y sus familias. Que disfruten de este martes de semilibertad.