Recordad no solo es volver al pasado ya que es una gran oportunidad para construir un relato diferente que siempre conllevara un archivo emocional distinto en el que siempre quepa una dosis de autocompasión y rescate de uno mismo que nos permitirá a veces viajar el resto de nuestra biografía más ligeros. Con cuantos sesgos narrativos nos contamos experiencias que hemos vivido impregnadas de rencor, culpa y resentimiento.
No elegimos nuestro genoma ni nuestro ambioma. Cuando somos niños somos como esponjas que absorbemos todo y nuestra dependencia es absoluta.
Cuando vamos creciendo y una vez superados los francotiradores de la emboscada y reto que supone la adolescencia, ya vamos adquiriendo la capacidad de responsabilizarnos y tomar decisiones que a modo de mojones constituirán el rastro de nuestra biografía.
Cuantas veces cogemos atajos que nos llevan a calles sin salida y que nos obligan a desandar el camino y retomar otras rutas. Ese es el aprendizaje duro y muchas veces costoso al que estamos abocados para confirmarnos que no meamos colonia. Ensayo y error como motores del aprendizaje. No hay otra.
El exceso de confianza y actitudes omnipotentes y arrogantes que delatan desinterés hacia cualquier de incorporación de información, sobre todo en la juventud, marcan nuestros mojones.
Viene bien, muchas veces para conciliarnos con nuestro pasado y resignificarlo y eso a veces es una tarea dolorosa psicológicamente, utilizar la formula cognitiva “así lo quise yo” en vez del “así fue” y re-convertir el estatus quejorreico y de revictimización en de actores de nuestra vida.
Madurar es una guerra que dura toda nuestra vida, es des-idealizarnos a nosotros y a los demás, es asumir que no cagamos perlas, que somo protagonistas de la película de nuestra vida, de nuestras desgracias, de nuestra estupidez, de nuestras victorias pírricas, de nuestro egoísmo, de nuestra autocomplacencia que se basa en una combinación de subestimación de la realidad y de nuestra tolerancia al error de nuestra bondad, de nuestra solidaridad y de nuestros fracasos.
Esta crisis es una gran oportunidad para darnos cuenta de nuestra fragilidad. Debemos renunciar a la creencia de que la vida controlada existe y optar porque el control de nuestra vida es asumir nuestro protagonismo directo y nuestra absoluta responsabilidad en el diseño de la misma.
Claro que el contexto determina y nos determina, pero nosotros somos lo que conjugamos el ASI LO QUISE Y LO QUIERO YO.
Dime que hogar te has construido y te diré como te adaptas al confinamiento.
Darle a la gente una oportunidad no es solo algo moral. También es lo más inteligente.
Recuerden que el que tiene un porque es capaz de soportar cualquier como. Es decir, darle sentido a lo que estamos viviendo fortaleza y calidad de nuestros vínculos es la base de la resiliencia.
No estamos confinados porque lo diga el Gobierno sino porque nosotros lo hemos elegido.
ES calve renunciar a la quejorrea lacrimógena y moqueante porque esto también se contagia a todos.
Ah y ya saben: aun, aquí y ahora en derrota transitoria pero nunca en doma.
MI memoria y mi agradecimiento a todos ustedes.