Celia Villalobos ha entrado de nuevo en un debate, el debate de las pensiones públicas, como es normal que haga, como un pulpo en un garaje, de forma harto soez, basta.
Lo ha hecho, de nuevo, con su forma característica, de una forma grosera, faltona,
La ex vicepresidenta del Congreso de los Diputados y actual diputada, ex-alcaldesa de Málaga, ex-eurodiputada, la popular Celia Villalobos, que lleva más de 28 años viviendo a cuerpo de rey a costa de cobrar un sueldo con dinero público, defendió el pasado día 16 la importancia de los fondos de pensión privados y ha afirmado que hay muchas personas que llevan “más tiempo cobrando la pensión del que han estado trabajando”. Lo que, además de completamente falso, en la mayoría de casos es humanamente imposible, porque a poco que se piense, una persona que haya tenido la suerte de trabajar 36 años y se jubile a los 65, para cobrar la pensión durante un período de tiempo igual al trabajado debería vivir hasta los 101 años. Se ha lucido de nuevo.
Al instante de acercarse a ella se comprueba la zafiedad y la ordinariez que transpira, que transmite esa mujer calculadora que solo ha ambicionado, como tantos otros, eternizarse en un cargo público, ajenos a cuanto sucede en la vida real, entregados a un solo objetivo: la permanencia en política.
El currículum político del que puede presumir solo puede atribuirse al insoportable ejercicio de ordinariez que incomprensiblemente la ha mantenido siempre a cubierto, como si fuera un valor fundamental para el Partido Popular.
Lo único que nos afecta a todos de la ordinariez de Celia Villalobos es su responsabilidad pública: ¿qué diablos hace esa mujer en la presidencia de la comisión del Pacto de Toledo?
Es vergonzoso que esta pájara sea la que lleve un tema tan serio, que sea quién presida esa comisión en el momento de mayor crisis del sistema de pensiones en España, lo que es un elemento de inseguridad añadido, innecesariamente añadido. ¿Es que no es posible encontrar en el Congreso ni en el Partido Popular a alguien más preparado para ocupar ese cargo, en este momento?.
La verdad es que este modelo de política que existe en España, que nada tiene que ver con el ideal de servicio público, ocasional y vocacional, ha generado una clase política profesionalizada, estancada, que se explica por el poder absoluto de los aparatos de los partidos, antes que por las cualidades y capacidades de cada cual. Eso es lo que explica, por ejemplo, que haya centenares de políticos que se mantienen en un cargo público durante 30 o 40 años, bloqueando cualquier posibilidad de renovación.
¿Cómo explicar que en este país tengamos a ingenieros y científicos, personas con un perfecto dominio de varios idiomas, poniendo copas en un bar o de reponedores en supermercados mientras mantenemos con nuestros votos a toda esta caterva de iletrados? Inexplicable y muy deprimente. Quizás el fallo estructural más grave de este país no sean ellos sino que está en nosotros mismos y en que como gestionamos nuestros votos.
Con el mismo tono basto, barriobajero, ordinario, arrabalero, soez, vulgar, maleducado, con el que abroncaba a su chófer en el Congreso de los Diputados porque se retrasaba (“¡Manolo, que no eres más tonto porque no te entrenas!”), o afirmaba en otra ocasión que en España, “si usted se pasea por grandes empresas, ve a la gente hablando del partido de fútbol del Real Madrid o del Betis”; con ese mismo tono chabacano, grosero, burdo, indelicado, ineducado, maleducado, patán, rústico, tosco, zafio, inculto, rudo, obsceno, cateto, paleto, palurdo, vulgar de insoportable ordinariez, Celia Villalobos se permite decir ahora, como ya he mencionado, que “hay un número importante de pensionistas que están ya más tiempo en pasivo, cobrando la pensión, que en activo, trabajando”.
Esta individua a la que el cuerpo me pide llamarla sinvergüenza, y no se lo llamo por no ponerme a su baja altura, a la que el cuerpo me pide llamarla mantenida por mantenerse tanto tiempo en política por ser la mujer de Arriola, asesor áulico de Rajoy y no se lo llamo para que no me tachen de machista, es una de las más claras representaciones de la soez derechona española, la rancia y oligárquica derechona de siempre.