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De victoria en victoria...

Por Francisco Gilet
miércoles 08 de noviembre de 2017, 02:00h

… Hasta la derrota final. Eso es lo que se vislumbra en el horizonte. A los hábiles y eficaces movimientos del equipo de los independentistas, a las fugas toleradas, a los cientos de mensajes en las redes sociales o a las entrevistas y programas en los medios de comunicación separatistas, la única respuesta del gobierno, tardía, apocada y tímida, ha sido la aplicación de un art. 155 que, hasta ha sufrido el ridículo de ser acusado de inconstitucional por parte de un impresentable miembro de la oposición y de los anti sistemas. Rajoy, Soraya, Arriola, Dastis, y demás colegas, han perdido la iniciativa. Si es que la tuvieron en algún momento. Y caminan en alardeadas victorias, hacia el 21 de diciembre, como si ese día fuese a contemplar el triunfo de una batalla planteada desde la estrategia catalanista con más arte y con una habilidad que ha desmoronado todo el entramado gubernamental, incluido el CNI, que observa como el gobierno es bandeado sin escrúpulo alguno. No se sabe si Puigdemont es el político más inteligente del mapa español, pero lo cierto es que, lejos del escenario, cada uno de sus movimientos parece estar calculado al milímetro para alcanzar su eficacia. La elección de un juez flamenco es un simple ejemplo de la estrategia de su Estado Mayor que ha pergeñado, con detalle, cada uno de los pasos a dar para colocar al gobierno español, a la judicatura, a la policía, a la fiscalía, al borde del desprestigio internacional.

En estos últimos años, España y Europa, han contemplado como una Infanta se ha sentado en el banquillo, un yerno del Rey acompañaba a su esposa en ese incomodo sitial, un Presidente de Gobierno se ha visto obligado a testificar en juicio por corrupción, un Vicepresidente autonómico está en prisión, todo un clan de corruptos ha sido juzgado con implicaciones de políticos, y todo ello gracias a vivir en Democracia. Sin embargo, unos golpistas que han violentado hasta su propio Estatuto, que han aprobado leyes silenciando a la oposición, que han provocado un referéndum sin las más mínimas garantías, que han manejado a sus fuerzas de seguridad para ayudar a incumplir sentencias, que han asaltado comisiones judiciales, que han malgastado millones de euros públicos para animar voluntades, que han proclamado una república y acto seguido han huido a un país elegido ex profeso, ahora resulta que todo ese quehacer “democrático” — gritan desde todas las esquinas e incluso desde un ambón episcopal — está siendo machacado por los españoles, fascistas, franquistas, con su Constitución y sus leyes. Estos golpistas, insisto, están logrando que un gobierno, que la justicia, que la fiscalía, sea acusada de no respetar los Derechos Humanos, que serán violentados en un juicio no justo. Y el gobierno impasible, siempre a rastras de los acontecimientos y escenas ideadas por un equipo que arropa una de las más graves conductas de un ciudadano; la traición, la deslealtad al Estado y a sus leyes fundamentales.

Lamentablemente, perder la iniciativa es permitir que florezca la tercera ley de Newton: A acción, reacción, y de no producirse reacción las consecuencias de la primera pueden ser infinitas. Y en tal situación nos hallamos. Mientras el golpista ha planificado, programado, ejecutado todo cuanto tenía previsto, el gobierno — otra vez con la ayuda inestimable del CNI —, obviando que quien puede recurrir a violentar las normas, no precisa de justicia, ha caído bajo las fauces del peor adversario, el error en el análisis y en la falta de previsión. Fue Maquiavelo quién afirmó que “Jamás persona alguna de humilde estado ha ganado gran poder sólo por medio de la fuerza, pero sí sólo con la astucia”. Y astucia es lo que está utilizando el separatismo catalán, manejando conciencias, manipulando opiniones, conformando voluntades, bombardeando eslóganes. Mientras tanto, el gobierno de Rajoy, con más poder y con menos astucia, ve acercarse unas candidaturas electorales conformadas con “presos políticos”, con encarcelados por “ideas”. Ministro hay que considera digno, un honor, que quienes han cometido la muy grave infracción mencionada en el art. 29 de la Ley 19/2013, “a) el incumplimiento del deber de respeto a la Constitución y a los respectivos Estatutos de Autonomía…, en el ejercicio de sus funciones”, vean reflejado su nombre en una lista electoral. Y ni Santamaría, ni Méndez de Vigo se atreven a recordar que esa falta muy grave lleva aparejada no solo la destitución de su cargo, sino la inhabilitación por tiempo determinado para ocupar ningún puesto de alto cargo o similar. En otras palabras y merced a la falta de reacción gubernamental, nos debemos disponer a contemplar como unos golpistas, unos perjuros, unos traidores a la nación pasen a ser considerados grandes patriotas, elegibles y electos para un cargo cuyo primer requisito será prometer o jurar el respeto a la Constitución Española y al Estatuto catalán, que ya han violentado. Maravilloso porvenir el de unos inculpados por sediciosos, rebeldes, malversadores de caudales y desobedientes a la justicia, futuros parlamentarios autonómicos.

“La constitución es el alma de los Estados” proclamó Isócrates por allá el año 300 a, C. Pues bien, el alma de España está siendo asaeteada por los astutos, mientras el necio contempla las heridas. Y, en su necedad, estima que las pírricas victorias parciales le conducirán a la victoria final, cuando, lamentablemente, haber dejado, solamente, en manos de la justicia el cumplimiento de sus propias y decisivas obligaciones políticas, lo encamina hacia la derrota final; la mayor de las crisis institucionales soportadas por España y los españoles desde Fernando VII, el felón, el de la macrosomía genital. Crisis para España entera, incluida una irresponsable Cataluña que no tiene en cuenta aquello de pecuniam locuta, causa finita.

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