Hace ya bastantes años en los que huyo despavorido de los topicazos de turno, el más repetido en la actualidad, es sin duda el “hablando se entiende la gente”.
Creo que como en muchísimas otras cuestiones, por mucho que repitas una frase no se vá a convertir en una realidad ni tan siquiera en una verdad, sino tiene fundamento suficiente. Que duda cabe que el hablar puede ser bueno, saludable y que en muchísimas ocasiones te lleva a soluciones ¿pero entre quienes? Con científicos que debaten sobre una ley física, quizás se puede llegar a un acuerdo, porque al margen de hablar se exponen argumentos y estos suelen ser medibles y parametizables. Sin embargo en política los argumentos suelen ser en una gran mayoría fruto de convicciones y sensaciones que el lider de turno suele procesar y cuando los tiene que refrendar ante otros líderes antagonistas, poco pueden llegar a acordar por muchas horas, días, semanas o años en los que esten debatiendo.
SI de lo que se trata es de ser “políticamente correcto” hablemos hasta que se nos caiga la lengua a trozos, pero si de lo que se trata es de establecer marcos de convivencia que afectan a miles o millones de personas, habra que tener en cuenta algo esencial, que es el principio de autoridad, que es el referido al marco legal existente en ese momento y esto no se puede saltar con palabras, aunque una de las dos partes esté convencida de su razón. Imagínemos que por el supuesto bien del espectáculo, dos equipos de futbol que juegan un partido de deciden que no tiene que haber ningún expulsado pase lo que pase, para que el expectador disfrute de ver a todas las estrellas, seguramente el árbitro que es el juez de la contienda, no pueda entrar a hablar ni a dialogar de ello, porque lo que tiene que hacer es aplicar el reglamento del juego, incluso aunque a el mismo le pareciera bien. También sería muy atractivo hablar con el agente de tráfico sobre la multa que nos quiere imponer, pero mucho me temo que la conversación se quedará corta, porque será difícil que nosotros admitamos nuestro error aunque sólo sea por no pagar o que el agente rectifique. Entonces si en situaciones normales de la vida admitimos que hay un tope para el dialogo ¿porqué se creen los políticos que pueden eternizar los conflictos?
Ya sé que a algunos se les puede venir a la cabeza por ejemplo leyes infames de segregación o contra la libertad de la mujer que fueron abolidas gracias a activistas que desafiaron el poder de la época, pero vamos a ser sinceros, en esta Europa que nos ha tocado vivir, siendo todo mejorable, habrá que reconocer que las grandes libertades están totalmente garantizadas, la separación de poderes es un hecho y por eso mismo van a la carcel constantemente políticos que en muchos ámbitos se quieren saltar esas leyes,como son los casos de corrupción, para estos casos seguramente que nadie apelará al diálogo, sino a la ley.
En definitiva hablar desde posturas diametralmente opuestas, es casi siempre un ejercicio inutil y que normalmente agrava el problema, porque se acrecenta o enquista con peores resultados. En nuestro País, acabamos de ver lo mismo, el diálogo y la diplomacia han tenido que ser relevados por la justicia, por una leyes que pueden ser derrogadas, pero de momento son la que son. SI la gente no se entiende hablando, no se puede caer en entrar en el día de la marmota, simplemente echar mano de la ley, así de simple, no hay más.