Eso es lo que hizo el sábado Contador y nos llevó con el a cientos de miles de admiradores suyos y de sus gestas.
Ganador de dos Tour de Francia, dos Giros de Italia y tres Vueltas a España, poco tenía que demostrar, pero quiso que su despedida fuera a lo grande y vaya si lo ha sido. Ha llevado al límite a todos sus adversarios y el sábado en el Anglirú, dió un recital de sacrificio, valentía y pundonor. Desde el principio del puerto atacó, como los más grandes de la historia del ciclismo, sin miedo, con determinación y no fué fácil, el cuatro veces campeón del Tour, Chris Froome, le intento dar caza, pero ni el pudo lograrlo.
Hay muchas clases de deportistas y algunos llegan a ser nuestros héroes, como lo fué Michael Jordan o ahora nuestro Rafael Nadal, ellos son sencillamente otra cosa. Su lenguaje es el sufrimiento, el caer y volverse a levantar para ser más fuertes todavía, cuando parece que no pueden dar más nos vuelven a sorprender y se superan.
Somos unos privilegiados al haber asistido a la carrera de este gran deportista, incluida la apoteosis del Anglirú y también somos conscientes de alguna crítica que le puedan hacer a su carrera por el caso de doping que tuvo, pero por Dios que nadie me quitará de mi retina lo que ví este sábado, cuando algunos deportistas sólo buscan el dinero a lo último de sus carreras, Contador ha buscado la gloria del Olimpo y seguro que el sábado por la noche tenía reservada una silla entre los Dioses y Mitos del deporte.
Hasta siempre Contador, un millón de gracias por lo que has hecho y demostrar que en el deporte profesional no todos son iguales, GRANDE CONTADOR.