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El quinto jinete

Por Francisco Gilet
miércoles 16 de agosto de 2017, 03:00h

El Ministro de Turismo, ante la “turismobia”, se refirió a sus contactos con el Ministerio de Interior y con el de Justicia "para actuar con la máxima contundencia contra los perpetradores de estos actos". Mientras tanto desde Delegación del Gobierno, también se anunciaba que “seremos contundentes contra las personas que incomodan a nuestros turistas”. Desde tales anuncios de “máxima contundencia”, resulta que el problema se está resolviendo con una sanción de 1.200 €, no por “incomodar” sino por utilizar públicamente y sin permiso artículos pirotécnicos. O sea, por echar cohetes o bengalas sin la pertinente autorización. Maravillosa contundencia que resulta de lo más barato para el pirotécnico. Mientras tanto, en las paredes de las calles de Palma, los grafitis anuncian que no se desean turistas, y por lo tanto los mandan a su “home”. Sin olvidar que mil coches de alquiler lucen una pegatina declarándolos “cars” no gratos. Y todo ello acontece, con la resonancia mediática correspondiente, con el riego de “máxima contundencia” anunciada por un ministro en mangas de camisa, al más puro estilo de los anti casta. Y es que todo está cambiando; hasta los ministros. Todo menos el soniquete pan catalanista.

Esta vez un grupo de mujeres, con escoba en la mano, y sobre un mapa de esos paisos catalans anhelados con toda ansia, cual discípulas aventajadas del comunismo leninista, pretenden limpiar ese territorio, ansiado cual Imperio, de todo aquello que no les gusta. De todo aquello que odian. No incluyen ni a Francina ni a Noguera, que, según parece, no deben estar afectados por una revolución destructora de las caducas estructuras sociales, misóginas y patriarcales. Ese colectivo que sumó algo más de 8% votos en las últimas elecciones catalanas, con sus diez diputados, se está visualizando como si tuviese todo el poder, al más puro estilo bolchevique. Lenin es para ellos el mejor de los maestros, cuando anuncian que, pase lo que pase el primero de octubre, la independencia debe proclamarse. Y es que, para ellas, para ese colectivo, toda asamblea que se amolde a los esquemas de la democracia normal, es una traición a su causa revolucionaria y no hace sino adoptar un punto de vista burgués. Por tal motivo, el resultado del referendo es lo que menos importancia tiene. No es el momento de la democracia sino la época de la lucha, el momento de dar un golpe de estado a la historia, arrinconando toda aquella que no se compagina con una carga contra el mundo patriarcal, misógino, burgués, etc.

Tiempo atrás leí que la estupidez es el quinto jinete de la Apocalipsis. Y estupidez es no apercibirse que España es el país del odio, de las fobias, sin que se compruebe que existe una contundente respuesta a tal sinrazón. Esas feministas de la escoba odian a los hombres, a los ancianos, a la Iglesia, a los turistas, a los empresarios, a la propiedad, al golf, a los banqueros, a los toreros y a los toros bravos, a los de derechas, a los católicos, a los coches, a las terrazas de bares, a las compresas menstruales, a la prosperidad e incluso, leí, que también a las chicas guapas. Y desde tal posicionamiento uno se pregunta si, además de ese odio, saben producir algo en beneficio de la sociedad, de sus conciudadanos, aparte de permitir el reinado de los ocupas. Son jóvenes quienes exhiben pancartas de formato y dibujo anacrónicos, quienes encienden bengalas en pantalanes o escriben grafitis en paredes de propiedad privada o pegan grandes carteles en contenedores públicos; jóvenes que han gozado de un derecho a la educación, a la sanidad, a la libertad de opinión y de expresión como jamás han surcado la piel de toro. Jóvenes que han comido todos los días, que no saben qué es eso de “racionamiento castrista” o de “colas bolivarianas”. Para ellos la palabra “checa” no significa nada, el 1 de abril es una fecha más, como el dos de mayo; el muro de Berlín sigue en pie, Beria acude todos los días a su Lubianka y Ceaucescu todavía construye palacios que no habitará jamás y Gorbachov aún no ha nacido. Y, aún con todo ello, su mayor empeño es el generar violencia y crispación; su mayor anhelo es que alcancemos el caos y desde él instaurar su victoria anti patriarcal, anti misoginia, anti hetero, anti religiosa, anti burguesa, destruyendo, de paso, con ese golpe de estado a la historia, un ancestral pasado común, objeto de orgullo para unos y de odio para ellos.

Sinceramente, entiendo que ministros, delegados, jueces, fiscales, simples ciudadanos, convendría tuviésemos en cuenta que, si al final aún queda tiempo, no debiéramos preguntarnos por qué debemos morir, sino saber por qué hemos vivido. Y, personalmente, no desearía que la pregunta estuviese acompañada por el galopar de ese quinto jinete. Aunque, con tanta “contundencia” no sería nada extraño.

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