www.canariasdiario.com

Mónica escucha

Por Daniel Molini Dezotti
jueves 11 de diciembre de 2025, 20:07h

Es posible que usted no haya estado hoy, 11 de diciembre, en la manifestación convocada por los médicos frente a la Delegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife a las 11 horas.

Yo no pasaba por allí, me desplacé expresamente, tratando de enumerar, mientras caminaba por la calle Méndez Núñez, los motivos que me inspiraban a participar de ese acto.

Como si tuviese que dar cuenta a alguien, los iba exponiendo, tampoco eran tantos. Marcharía por los médicos, también por los pacientes, y, no sería honrado ocultarlo, por mi familia, vinculada desde hace décadas a las ciencias del arte de curar, conocedores de los esfuerzos que se requieren para mantener el fuego de la vocación ardiendo, a pesar de las injusticias de quienes gestionan las políticas sanitarias.

Pero estábamos en la manifestación, en la que es posible usted no haya participado, pero aún así no le importaría conocer lo sucedido, por eso, sin que me lo pida se lo voy a contar, como si fuera un cuentista de los buenos,

Lo primero que me sorprendió fue la gente, muchísima, agitando banderas, soplando pitos, llamando la atención, conscientes de que estaban siendo testigos de algo importante.

Un señor doctor primero, luego una doctora, alentaban a los participantes, amplificando la voz con un megáfono que no conseguía superar el sonido ambiente.

Menos mal que no había bombos ni cornetas, porque si no, quienes trataban de organizar los cánticos no hubiese encontrado coro dispuesto a responder.

Ambos agitaban consignas, repetidas, una tras otras, con el mismo entusiasmo, y los asistentes disciplinados, respondían en el mismo tono, marcando el ritmo con las pancartas.

Muchísimas batas blancas, de médicos, doctoras, estudiantes de medicina, especialistas y otros a punto de serlo cuando concluyan el MIR, contentos, abrazados, como si además de reclamar estuviesen festejando el encuentro solidario ¡ya era hora!, de una profesión tan necesitada.

Cámaras de televisión, micrófonos, periodistas de medios orales y escritos, todos buscando la perspectiva más adecuada para publicar, sin riesgos, porque el tránsito estaba detenido, y las fuerzas de seguridad sabían que no iba a tener que actuar.

Los fotógrafos sacaban foto, quienes debían grabar lo hacían, y yo, que no sé hacer nada de eso, empecé a apuntar las consignas, hasta que me di cuenta de que era una labor ridícula, que lo mejor sería pedirla a los representantes del las organizaciones que movilizaron: sindicatos médicos, MUD, etc.

Cuando tuve el papel en mis manos me di cuenta de que perpetraría un plagio, atrevido, porque el artículo a publicar, sería ese folio, escrito por las dos caras, que explicaba los reclamos.

Allí se desnudaban los cánticos, organizados por capítulos, algunos con rima lograda, otras sin ellas, plasmados en una letra donde no abundaban las negritas, amplias, destinadas a ser leídas desde lejos.

Y ahora llega el momento para usted lector, lectora, que no estuvo, y podría participar -si lo desea- de la manifestación, porque estoy en condiciones de repetir la jugada.

Lo único que debería hacer, para situarse en posición, es agregar pitos e imaginar algarabía.

El primer capítulo de consignas estuvo dedicado a Ministerio, a la Ministra Mónica García y al Gobierno de Canarias; "Mónica, escucha: ¡esta es nuestra lucha!", "Menos discursos, más recursos!", ";Ministra, escucha, médicos en lucha!, ";Ministra, atiende: ¡la Sanidad se defiende!", “;Consejera, escucha, facultativos en lucha!", "¡Si esto no se arregla, huelga, huelga, huelga!"
No es que se repitieran todas como si fuesen versos de una estrofa, no, se iban intercalando con otros, por ejemplo los específica del estatuto propio y la negociación.
"¿Qué queremos?,¡Estatuto Propio!, "¡Ni Marco ni engaños, ¡Estatuto propio”, “¡Mesa propia, acuerdos justos!", "¡Queremos negociar, no tragar!

No podía faltar en el argumentario las dedicadas a las guardias de 24 horas y la explotación: "Vocación, no es explotación!", "¡Veinticuatro horas, son un maltrato!", "¡Hora trabajada, hora cotizada!", “Jornada ordinaria como todos los mortales!", "¡Conciliar es un derecho, no un privilegio!", "¡No más guardias, de 24 horas!"

En la cara B del papel, o sea del otro lado, saltaban las alarmas por la fuga de profesionales y el riesgo para mantener la calidad de las prestaciones.

"¡Sin mejoras, fuga de batas ", "¡No más fugas, cuida al residente!, ".Sueldos decentes, o no hay suplentes!". " Cuidar al residente, es cuidar al paciente!". "¡Si quemas al MIR, la sanidad va a morir!", ";No hay futuro, sin contrato seguro!", "¡Sin estabilidad, no hay continuidad!

Por último, no por ello menos importantes, el reclamo atendía a lo más importante, los pacientes.

"¡Paciente, escucha: es también tu lucha!", "¡Médico quemado, paciente maltratado!”, "¡Plantillas deficientes, riesgo de pacientes!"

En el muestrario de consignas no faltaba una que era gritada, más que cantada, con fervor.

Aparecía, debajo de todo, pero no con letra Arial o Times típica de impresora, sino con caligrafía manual y le exigía a la ministra que fuese ella quien hiciese las guardias.

No era un insulto, hacía gracia, es posible que la pueda oír o no, porque si no me equivoco, en las poltronas comienza a existir inquietud. ¡Han conseguido unir a los médicos y cada vez se suman más a la fiesta, perdón, quise decir a la lucha.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios