Aunque hay quien se empeña de dejar claro que las elecciones son cuando son y no procedería llevarlas a cabo de forma anticipada, la realidad es la que es; y, esa realidad, parece que aconseja ir preparándonos para sacar nuestra visión más objetiva. Naturalmente este consejo no está pensado para quienes de forma casi ciega tienen preparada su papeleta desde el mismo día en el que terminó el último proceso electoral. Tampoco está diseñado para quienes le da lo mismo quien nos haya gobernado, pues tenía claro que iba a ser un mandato nefasto, simplemente, por no ser “los suyos”, quienes estaban en el asiento azul. Para los primeros y para estos otros, solo les deseo que el perro les haya mordido el voto antes de introducirlo en el sobre y lo den por nulo. La ceguera política, es lo que mantiene activos todos esos rostros que el resto de la población, algo más crítica y objetiva, solo estaría contenta si las viera en las listas del paro o en un anterior empleo si es que lo tenían.
Este artículo está escrito bajo la convicción de que somos bastantes quienes, independientemente de quien haya estado gobernando, nos entretenemos en analizar los programas que mostrarán todos los partidos que se presenten, junto a lo que han hecho. Al menos, de aquellos con posibilidad real de gobernar. Yo no suelo profundizar en quien solo busca aprovecharse.
Para un análisis más o menos objetivo, siempre me auto-formulo la pregunta que titula estas líneas y en base a ello, me planteo qué habrá de cierto en lo que dicen unos de otros y los otros de los unos. Por ejemplo, mucho se ha oído hablar de un caso que está judicializado y que afecta a la línea de flotación de quien vive en La Moncloa. Mucha tinta se ha derramado, destacando todo lo negativo que se pudiera afirmar sobre la mujer del Presidente y sobre sus presuntos tejemanejes. También hemos oído, visto y leído la defensa numantina que se lleva a cabo por parte de quien afirma que todo es mentira. Y, la realidad, ¿Cuál es? De momento, lo que se sabe es que este caso está en manos de un Juez instructor y mientras siga en sus manos y no se produzca una sentencia, deberíamos estar aplicando el principio de inocencia que la propia Justicia, que tanto se pone como escudo para acusar, proclama. Tampoco es menos cierto que el decoro brilla por su ausencia y teniendo a alguien tan cercano, metido entre documentos judiciales tan graves, lo suyo hubiera sido dimitir. Y, ese podría ser uno de los puntos que a tener en cuenta cuando llegue el momento de analizar su posible candidatura con su forma de conducirse.
Tampoco es menor lo que también afecta a la misma figura política del caso anterior, pero mirando a otro miembro de su familia. ¿Será cierto que hubo algo de trato de favor en la contratación del hermano del Presidente? Por la razón que sea, parece que estamos ante la misma situación que en el caso anterior. Por un lado, el tema también está sobre la mesa de un Juez instructor y por otro lado sería necesario volver a invocar el principio que ampara al caso de la esposa y/o de cualquier persona que no tenga sentencia firme. Pero, también sería bueno, recordar que, ante la sociedad, estaría dentro de lo correcto conjugar el verbo dimitir, pues como dice el dicho: el Cesar, no solo debe ser honrado, sino parecerlo. En cualquier caso será cuestión de no olvidar nada de lo que este tema pueda dejar tras de sí. Y cuando digo “nada”, también me refiero a la aparente persecución que podrían haber sufrido estas personas, si al final se demuestra que no hubo nada de lo denunciado. Ese otro grupo, probablemente también presentará una lista cerrada para ser elegida; y estaría bien analizar su labor de control de las acciones de quienes gobernaban. Si lograron sentencia, felicitarlos por demostrar que no denunciaban para obstaculizar; pero si por el contrario, todo queda en una nube, también sería justo pasarles factura.
Pero no solo quien se sienta en las sillas azules del Parlamento, han de ser analizados. En las otras bancadas también se han recibido algunas denuncias que pretenden dejar dudas sobre la honestidad de quienes figuran en algunas noticias truculentas. Por ejemplo, del líder de la oposición, se ha dejado en el aire, de forma rotundamente maquiavélica, que se rodeó de personas relacionadas con el narcotráfico. Eso es duro, sobre todo cuando se muestra alguna foto, donde se le ve en una lancha con un supuesto amigo que parece que tuvo o tiene algo que ver con ese submundo. El líder opositor no ha negado nunca la foto ¡faltaría más! Pero, tampoco se ha podido llevar ante el Juzgado cualquier efecto de esa relación de amistad. Me pregunto, si tener un amigo que desvió su camino, pudiera ser motivo suficiente como para exponerlo como arma arrojadiza para dejar ante la opinión pública una imagen distorsionada de quien pudiera sustituir en el gobierno al actual inquilino. Por otro lado, por parte de este futuro candidato tampoco se ha visto intención de poner una demanda por intromisión al honor. ¿Será mentira todo lo que rodea a esa foto? Volvemos a invocar la presunción de inocencia aunque este tema no esté judicializado.
Mucho dan de sí las acusaciones para sembrar dudas salpicando a todo cristo que ande metido en política. Últimamente han vuelto a sacar a la palestra todo lo que tiene que ver con el tuneado de la información Curricular. En algunos casos sí que se ha dimitido; en otros, los han hecho dimitir. También se han dado situaciones donde. Simplemente, se ha enviado una anotación para que se rectificara y donde se dijo “titulado/a en” se diga simplemente: “pasó por allí”. Pero toda esa gente, mintió. Y, además, lo hizo para darse importancia lo que deja un pozo de duda sobre lo que se podría hacer con un cargo y presupuesto en sus manos. La cosa no debe ser grave, porque no se ha elevado ningún caso al estamento que persigue las corruptelas. También puede ser que todo haya sido fruto de un despiste o de una anotación mal colocada que requiera, una vez más la invocación del Principio de Presunción de Inocencia.
Atrás va quedando todo el bullicio que generaron casos famosos como los del “Tito Berni”, lo de “Koldo y Ábalos”, o el de las “Mascarillas” en Canarias. El caso del “asunto fiscal de la pareja de la Presidenta”, también aparece y desaparece como el Guadiana, según vaya siendo necesario. Pero, todos ellos han ido siendo sustituidos por el caso “Dana” y el almuerzo autonómico, que sale a la palestra cuando conviene no estar solo en la picota o los trabajos de “fontanería o periodismo de investigación” que son sacados por otra parte del hemiciclo. A partir de muy poco tiempo el tema de las “responsabilidades por los desastrosos incendios” tomarán el testigo y todo lo anterior quedará pendiente a conocer el veredicto judicial. De todo esto tendremos que esperar a saber qué había de cierto en todas las acusaciones y qué de barro. Pero, la realidad es que se suele dar todo por veraz, antes de que se juzguen y eso no es de recibo. Aunque, si se desea rizar el rizo, tampoco lo es que alguien reciba una acusación de lo que fuera y no presente la correspondiente demanda de justicia por falsedad. Esto va cambiando y ya el Rey Emérito ha abierto esa lata y según he leído en Efe.com, su Señoría, el Juez Peinado, ha obrado de igual manera.
“El Príncipe” de Maquiavelo, puede hacer daño en manos maledicentes.