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Cómo te atreves

Por Julio Fajardo Sánchez
lunes 04 de agosto de 2025, 11:36h

He escuchado a un politólogo asesor decir que cómo se atreve un juez a hacer determinado interrogatorio, y me parece una amenaza a uno de los poderes del Estado advirtiéndole de “no sabes con quién te estás metiendo”. Esta actitud de superioridad jupiterina es celebrada por una tropa que cree que el poder, en lugar de ser transitorio, les pertenece por el simple hecho de que la razón siempre ha de estar situada en el lado que les conviene. No digo que no sea un derecho democrático el intentar imponer una ideología sobre otra, pero hay una frontera en el arbitraje que garantiza ese reparto y que se basa en la división de poderes.

Cada uno de ellos tiene su ámbito de actuación bien diferenciado, y se expresa de la forma que establecen sus límites: el ejecutivo gobernando sometido al marco legal; el legislativo trasladando a las leyes el reflejo de la voluntad popular, y el judicial con los autos que se producen en los tribunales. Luego existe un cuarto poder encargado de construir el relato de lo que sucede en estas interrelaciones. Ese es el que tiene encomendado generar la desconfianza sobre la actuación independiente de los otros tres, y a ese pertenece el vocero que advierte a un juez de cómo se atreve a ejercer su autoridad de una forma o de otra.

Me pasaría desapercibido sino fuera porque la condición de experto sociólogo de este personaje supone que existe un cálculo para que sus palabras no sean tomadas a la ligera. Quiero decir que hay una intención por hacer recaer la sospecha de prevaricación sobre los que administran la justicia ante la inconveniencia de las resoluciones judiciales y de las actuaciones procesales, cuando vienen en contra de los intereses de parte.

Hoy la prensa se llena de comentarios de expertos sobre el procesamiento del Fiscal General del Estado que ponen en cuestión la actuación de los jueces, mientras desde el Ejecutivo se habla de respeto y colaboración absoluta con la justicia. Mucha colaboración no parece haber cuando lo que se debate es el agravante que se produce por la destrucción de pruebas. Por una parte se defiende a la independencia de los tribunales y por otra se suelta a los perros de siempre para atacar los métodos que emplean los magistrados con el fin de llegar a sus conclusiones. Se nota la existencia de una situación desesperada que no respeta las vacaciones.

En Lanzarote se reunirán Sánchez, Illa y Zapatero, para tratar de encontrar la salida a una crisis que todos niegan que exista. Por otra parte, Gonzalo Boye, el abogado de Puigdemont, le aconseja al presidente que procure blindarse con una estrategia jurídica por lo que se le viene encima. No creo que le esté ofreciendo sus servicios de asesoramiento, aunque bien podría ser. El horno no está para bollos a la espera de los nuevos informes de la UCO. El feminismo parece abandonar a los socialistas después de la publicación de los audios de Koldo, y esto lo reflejan las últimas encuestas, donde el PSOE está rozando un 25%: un auténtico desastre.

Ya sé que no es agradable escuchar estas cosas, pero la solución no está en cerrar filas contra los jueces y sacar el matonismo del “cómo te atreves”, que equivale a un “no sabes con quién te estás metiendo”.

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