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El tiempo no se estira, pero sí se elige vivir con Sentido

viernes 01 de agosto de 2025, 12:31h

Verano. Esa palabra que suena a libertad, a niños sin horarios, a días más largos y a la ilusión de que por fin podremos hacer todo eso que no hemos hecho en el resto del año. Pero muchas veces, la realidad choca con fuerza: seguimos trabajando, con el calor apretando, con los peques en casa sin colegio y con esa sensación constante de que no llegamos a nada. Y entonces aparece el dilema: ¿cómo gestionar el tiempo sin que se nos escape la vida?

Conciliar en verano parece una utopía. Hay quien trabaja más que nunca porque es temporada alta. Hay quien teletrabaja mientras intenta que los niños no se suban por las paredes. Y hay quien, aun estando de vacaciones, siente que va corriendo de plan en plan sin poder parar ni un segundo. Porque no se trata solo de hacer más cosas, sino de vivirlas con presencia.

La clave, muchas veces, no está en tener más tiempo, sino en decidir mejor a qué se lo dedicamos. ¿Y si este verano nos atreviéramos a elegir diferente? A priorizar menos lo urgente y más lo importante. A apagar un rato el móvil y encender una conversación sincera. A dejar espacio al aburrimiento para que florezca la creatividad. A decir que no sin culpa y que sí con alegría.

Gestionar el tiempo no es encajarlo todo como un Tetris perfecto. Es poner intención en cómo queremos vivir nuestros días. Es entender que estar con nuestros hijos no es solo estar físicamente, sino también emocionalmente presentes. Que no hace falta organizar grandes planes si somos capaces de mirarles a los ojos y compartir de verdad. Que el verano no es para agotarse, sino para reconectar.

Y esto también vale para quienes no tienen hijos, porque conciliar no solo es entre lo laboral y lo familiar, sino entre lo que somos y lo que hacemos. Entre la productividad y el descanso, entre las metas y el alma.

Así que sí, quizás el tiempo no se estire. Pero lo que sí podemos estirar es nuestra capacidad de elegir con conciencia. Porque el verano, como la vida, pasa rápido. Y al final, lo que queda no son las tareas completadas, sino los momentos compartidos.

Solo depende de nosotros lo que queramos hacer con ese tiempo y con nuestra vida en general.

Cuando nos demos cuenta, la vida habrá pasado y nos llevaremos esos momentos en los que hemos sabido disfrutar de los nuestros y si hemos empleado el tiempo en ayudar y hacer felices a los que nos rodean, nuestra despedida será más sencilla, porque tendremos la certeza de haber vivido una vida con sentido.

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