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Reina por un día

Por Julio Fajardo Sánchez
jueves 10 de julio de 2025, 18:24h

En el pleno de la comparecencia no ha habido sorpresas pero sí alguna que otra innovación. Ya sabíamos lo que iba a pasar, hasta la confianza virtual que han concedido los apoyos de investidura es una iteración de advertencias anteriores que se repetirán cada vez que sea necesario. Tanto la prórroga de Junts como la amenaza de Rufián de que por ahora te perdono, pero la próxima vez ya veremos, son discos rayados que seguiremos escuchando en las sesiones del parlamento cada vez que sea necesario. La innovación está en el tono bronco de Feijóo que ha traicionado su promesa de moderación y en la bilocación de Sumar que ha hecho actuar a Compromís por su cuenta. Pero lo más llamativo ha sido la escenificación de la huida de Yolanda Díaz del banco azul para dar un mitin desde su escaño de militancia, intentando sacar la cabeza en una situación de naufragio manifiesto.

Por lo demás, poco que reseñar. Sánchez ha conseguido un éxito rotundo porque ha logrado sellar, con pocos compromisos, lo que va a suceder hasta el final de la legislatura. No solo ha logrado superar este escollo sino que ha dejado claro que si surgen nuevos informes de la UCO que lo comprometan todos volverán a cerrar filas por la cuenta que les trae. Esto no ha sido más que la prueba de lo sólido, ese adjetivo que tanto usa el ministro Bolaños, y esa solidez, como argumento principal que une al bloque progresista, incluyendo a sus adláteres nacionalistas, va a funcionar como auténtica garantía de continuidad. Ese es el relato que subyace detrás de todo lo ocurrido ayer en la Carrera de san Jerónimo. Otra cosa es que ese relato haya logrado imponerse en la opinión pública y si tiene entidad suficiente para contener el deterioro que tanto preocupaba internamente hasta hace unos días.

En la prensa saben que esto no es así, que solo ha sido una bocanada de oxígeno para que todo siga igual. No sé si esto significa que tengamos presupuesto. Más bien creo que no. El Gobierno ha logrado quitarse de encima la presión de sus socios porque le han dicho, de una u otra forma, que prefieren seguir así, con su lenta operación de desgaste, a que se celebren elecciones y entre la derecha. Esa es la garantía y ya no hay prisas por cumplir con Puigdemont. Está cómodo en Waterloo y comprende que en lo de la amnistía se ha hecho lo que se ha podido, incluyendo el fallo de Conde Pumpido y sus jueces progresistas; lo siguiente depende de otras instancias jurisdiccionales. Más no se puede pedir.

Ayer el presidente, como estaba previsto, logró cerrar su agenda para los próximos dos años. Lo inmediato está conseguido, pero sabe que el camino del calvario continúa siendo áspero hasta llegar al Gólgota. No tirará la toalla, pase lo que pase, pero su organización se expone a seguir sufriendo las amenazas de las investigaciones, mientras haya una ciudadanía y unos medios que pongan a la luz la realidad descarnada que queda por salir. Ayer Yolanda hablaba de luz, pero no se refería a esta sino a la que alumbra el porvenir del progresismo. Reina por un día.

Mañana se irán todos de vacaciones con el sabor agridulce en sus paladares. Luego vendrá el otoño y las noticias y el avance de los informes y los sumarios demostrarán que no todo ha acabado aquí. La sombra de Koldo, Ábalos y Cerdán seguirá ensombreciendo el panorama, como un pájaro negro que vuela sobre el mismo ambiente de incertidumbre en el que llevamos unos cuantos años y que no tiene nada que ver con la pandemia, con Ucrania o con el volcán.

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