En su primera campaña al frente del París Saint-Germain sin Kylian Mbappé, Luis Enrique ha transformado al club en un bloque sólido y cohesionado, pese a la ausencia de grandes estrellas, y con la posibilidad de luchar por un triplete. Con la Ligue 1 asegurada con seis jornadas de margen y el pase a la final de la Champions League en el bolsillo, el asturiano disfruta de un control absoluto sobre su plantilla y su proyecto deportivo.
El reencuentro con el colectivo
Desde su llegada en 2023, Luis Enrique heredó un PSG basado en individualidades… al que ya solo le quedaba una de sus grandes estrellas. Mbappé seguía dominando el discurso táctico, y era el último de un trío ofensivo junto a Neymar y Messi. Sin embargo, la marcha del mismo en 2024 al Real Madrid liberó al entrenador de la necesidad de adaptarse a un futbolista que, según sus propias palabras en un reciente documental, “iba donde quería, dificultando el control de momentos clave del partido”.
En su lugar, Luis Enrique instauró una filosofía donde el equipo está por encima de las individualidades. Bajo su mando, el PSG selló la Ligue 1 con seis jornadas de margen y optó por reservar piezas clave para las finales de Copa y la Champions, mejorando sus opciones en las apuestas.
La efectividad de este modelo quedó patente en la eliminación del Arsenal en las semifinales de Champions, reforzando la idea de bloque, donde la aportación colectiva superó el protagonismo de un único delantero. Con ello, el PSG alcanzó su segunda final de la Champions League en el siglo XXI, y ahora es el favorito en las apuestas Champions League.
Claves del nuevo proyecto
Apuestas decididas
Para sustituir la influencia de Mbappé, Luis Enrique confió en refuerzos de perfil joven y versátil. Una de las llegadas clave fue la de Khvicha Kvaratskhelia, procedente del Napoli, aportó un pulmón incansable y un extra de polivalencia táctica que encajó en el 4-3-3 del asturiano. Además, el fichaje de Doué, reclutado del Rennes, otorgó frescura y desequilibrio por la banda, rompiendo la dependencia de un solo goleador.
Ousmane Dembélé tuvo que asumir un nuevo rol ofensivo como falso nueve, que le ha sentado como un guante y le ha situado en la carrera por el Balón de Oro. Mientras, mediocentros como Fabián Ruiz y Vitinha son los encargados de sostener el orden y la posesión, garantizando el equilibrio necesario para el juego propuesto por su entrenador.
Control absoluto
Con Mbappé fuera de la plantilla, Luis Enrique se siente “aliviado”, tal y como confesó en la mencionada pieza audiovisual. “Ahora controlo todo, sin excepción”, afirmó el asturiano. Este dominio se ha traducido en una gestión más homogénea de los minutos y un reparto de responsabilidades que ha elevado el nivel del conjunto.
Además, el cuerpo técnico ha podido diseñar entrenamientos pensados para la filosofía de su entrenador, sin la necesidad de modular ejercicios estrella para adaptarse a las características de un líder individual. Así, el PSG ha consolidado una identidad táctica clara, cimentada en la presión alta, la solidaridad defensiva y la creación de ocasiones desde el trabajo sin balón, señas de identidad del fútbol de Luis Enrique.