En un artículo de Estefanía Molina leo que por las redes circula un meme que dice: “No hay luz pero al menos no gobierna la derecha”. Esta afirmación resume una situación política donde, pase lo que pase, ese es el principal objetivo y la razón que aglutina al pacto de investidura, que consiste en ser el apoyo a un presidente siempre que impida el acceso de los otros al poder.
Habría que preguntar si esta acción democrática es suficiente para justificar una acción de gobierno. No estaría mal si no fuera por las alcabalas que hay que pagar para ese viaje y por las malas experiencias que han ido apareadas al frentepopulismo. Una situación como esa provoca la ruptura del diálogo y la radicalización y aísla a la posibilidad de consensos que supongan la superación de los muros que se han levantado previamente. Lo que no parece de recibo es que bajo el lema “no hay luz pero al menos no gobierna la derecha” sea compatible con los llamados a la responsabilidad que se lanzan a la oposición cuando se quiebra la cohesión en el bloque que apoya al Ejecutivo.
Decir no hay luz pero al menos no gobierna la derecha es equivalente a no tenemos presupuesto pero no gobierna la derecha, no funciona el parlamento pero no gobierna la derecha, no hay división de poderes pero no gobierna la derecha, o se atenta contra la democracia pero no gobierna la derecha. De vez en cuando se escucha el grito de no pasarán que viene sonando a lo mismo y que tan malos recuerdos trae a nuestra memoria.
Hace 47 años nos dimos una Constitución basada en el consenso y en el olvido del pasado. Visto lo visto no podemos vivir sin memoria y la cosa ha resultado ser: Constitución sí, pero que no gobierne la derecha; Transición sí, pero que no gobierne la derecha; Monarquía sí, pero que no gobierne la derecha. Y luego están las concesiones que provocan desequilibrios territoriales, que se justifican con tal de que no gobierne la derecha. En este ambiente y bajo estas premisas se va desarrollando una legislatura que se apoya básicamente en este principio tan poco democrático.
Cada vez son más los medios de comunicación y los órganos de opinión y formación, incluidas las universidades, que critican esta situación, y tienen como respuesta la acusación de traficar con el bulo, Y todo esto es así porque se hace en nombre de que no gobierne la derecha. A mí me da igual quien gobierne si el compromiso es resolver los asuntos del común. Lo que no admito es que se atente contra el sistema solo por la pretensión de aferrarse al poder. La única salida a una crisis democrática es más democracia, y eso se resuelve en las urnas. No hay otra.