Escribe Enric Juliana que los hijos del Plan de Estabilización, cuando tenían 10 años se dividían en dos grandes familias: los que tenían Scaléxtric y los que iban a las casas de los que los tenían para que los dejaran jugar con los coches de carreras. De aquí asegura que viene la afición de los Lamborghini y otros bólidos. Yo soy de una generación anterior, la de los trenes eléctricos, que eran juguetes para los padres. Los sacaban de sus cajas, montaban las vías, y los niños nos poníamos a mirar asombrados. José María Hernández Rubio tenía uno en el torreón de su casa del Camino Largo, y allí se reunía con sus amigos y el wiski se servía en los vagones, y la locomotora iba parando delante de cada uno de los invitados. Más tarde, ya de mayor, admiraba la fantástica colección de trenes del III Reich que tenía mi amigo Günter Makovski.
Ahora ha surgido el debate del transporte público versus Lamborghinis y yo me refugio en el recuerdo del tren frente al añorado Scalextric de Enric Juliana, provocador de tantas envidias infantiles. El tren era menos clasista y más popular, pero no crean que mucho más. Lo cierto es que ahora volvemos a lo mismo de siempre, a la dichosa reivindicación, cuando tanto el tren como el Lamborghini han pasado a formar parte de los videojuegos, de acceso virtual y mucho mas generalizado y democrático. Hablar ahora de trenes de cercanía que no funcionan y de coches de carreras a los que no les está permitido correr, es una soberana estupidez. Pero, en fin, así somos, y tenemos que sacar el rejo por alguna parte.
El problema de las tonterías es que se dicen para que unos las aplaudan y para que otros las desprecien. Son como los chistes malos, que solo hacen reír a los pelotas cuando es el jefe el que los cuenta. Es difícil encontrar un aserto que sea aceptado por todos. No puede ser. Lo que agrada en una parroquia es denostado en la de enfrente. Antes teníamos a Chiquito y a Eugenio que nos divertían a todos por igual, pero ahora hemos caído en una fase de aburrimiento insoportable, donde cada cual fabrica el meme que más saque ronchas en la epidermis del contrario. No digo la piel, porque ese órgano se emplea ahora para significar el enorme sacrificio que haces para dejártela a tiras para salvarnos a los demás de la desgracia. Algunos ministros, de tanto decirlo, han tenido que hacerse injertos. En fin, que lo de Enric Juliana está bien tocado en cuanto a hacer un retrato de la diferencia de clases, que sigue siendo un tema muy socorrido en política. Cuando ya no te queda nada que decir recurre a eso que siempre tendrás el éxito garantizado.
La cuestión es que los trenes eléctricos, que fueron el desiderátum en mi generación, son reivindicados como ejemplo de lo público. Para igualar habría que eliminar la clase preferente. El tren siempre fue un símbolo revolucionario. Recuerden cómo penetraban las ideas en la Rusia profunda, con el tren de banderitas rojas del Doctor Zhivago. Hoy, con los vuelos low cost y los gigantescos cruceros para vivir una aventura romántica mientras cruzas el océano, la cuestión de los viajes se ha popularizado bastante. Los aviones siguen siendo un peligro para el medio ambiente a pesar de que Greta esté de vacaciones. No obstante, en contra de lo que se dice, no son tan elitistas.
Según el ministro Cuerpo los respaldos del Falcon son incómodos. Deberíamos ir pensando en cambiarlos. Yo nunca tuve Scalextrix, ni tren eléctrico, ni nada. Creo que debido a eso soy capaz de entretenerme escribiendo cosas como esta, a sabiendas de que no voy a acertar con el tema que agrade a todos por igual. Por ahora considero que eso es imposible.