Hasta hace nada de tiempo, cuando entrábamos en Santa Cruz, siempre veíamos esa chimenea echando fuego y humo desde las instalaciones de la refinería. Al mirar a la derecha según nos íbamos aproximando al puente de la piscina municipal Acidalio Lorenzo, esa visión se convertía en olor, y ya también, se podían ver la inmensidad de tanques y edificios de hierro que existían -aún hoy están- en una extensión donde no se llegaba a divisar el final. Al salir por la zona que se habilitó para enlazar con la autovía del sur -autovía de penetración- también tendremos la misma visión que se ha anotado, en líneas anteriores, desde la otra entrada a la ciudad, junto a la costa.
Toda esa infraestructura instalada allí en los años de 1930, por la compañía CEPSA, constituyó la industria más antigua de España en su ramo. Desde luego para Canarias en general y para Tenerife en particular, constituyó un lugar de empleo serio y duradero. Por tener, tenía hasta una barriada donde operarios podían alojarse con sus familias. Disponían asimismo de un economato en el que las familias que tenían su trabajo en esta macro industria del refinado de petróleo, obtendrían unos precios más asequibles que los que pudiera encontrar en otras tiendas del ramo de la alimentación. Estaba claro que el funcionamiento de dicha empresa estaba bastante cercano a lo que se ve en las películas americanas cuando se habla de grandes multinacionales. Estoy seguro que las exigencias de trabajo también tendrían que ser “salerosas”. Pero sí que puedo decir que, de la gente que conocí que hubieran trabajado en aquellas instalaciones, no recuerdo quejas importantes.
Las instalaciones que traigo a estas líneas estaban ubicadas en aquellos momentos en lo que se llamaba el extrarradio de la ciudad de Santa Cruz, en una extensión superior a los quinientos mil metros cuadrados. Refinaba, ya por último y después de unas reformas importantes, una cantidad de toneladas que podría dar vértigo. Se atrevieron, incluso con el Biodiesel.
Pero todo tiene su principio y normalmente su final. La refinería no iba a escapar de lo que se llama el progreso y desde los albores de 2018, ya se venía hablando de que tal vez dichas instalaciones, bloqueaban el crecimiento de la ciudad. No se debe olvidar que la expansión por la zona del barrio de La Cuesta, ya hacía tiempo que estaba superada y, en cualquier caso, esa vía de escape para plasmar en un plano el crecimiento de Santa Cruz, podría verse comprometida con la cercanía del otro gran municipio de Tenerife: La Laguna. ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! Cuando se llegó a esa conclusión es cuando debieron verle las orejitas al lobo en la Refinería y seguramente vieron más beneficioso el comenzar las negociaciones para desmantelar la actual refinería devolviendo su terreno a la ciudad de la que formaba parte. La idea, según he podido leer en Wikipedia y otros documentos escritos, es que para el 2030, ya se esté hablado de la nueva Santa Cruz de Tenerife y cuando se mencione a la Refinería haya que recurrir a documentos gráficos de aquellos que se nos muestran en color sepia o en reportajes privados que verán la luz en alguna exposición ad hoc.
El pensamiento que ahora traigo está basado en lo vivido, en lo visto y en lo que se viene anunciando a bombo y platillo: La expansión de Santa Cruz hacia el sur. Que Santa Cruz tenía que crecer, se presumía inevitable. Que ya no había terreno para construir más, también parecía evidente. Sin embargo que la refinería desapareciera del mapa para dar rienda suelta a ese crecimiento, eso sí verdad que ni se sospechaba. Al menos en la mente de la mayor parte de la población, no se percibía como parece ser que sí que lo era en la de quienes viven de la política y sobre todo en quienes están junto a ese grupo de gobernantes. Para los simples mortales, ese amasijo de tanques y estructuras metálicas habían llegado para quedarse en el cuadro de la ciudad. Pero desde el Olimpo de los dioses había otra idea y mira tú por donde, lo que se cuece allá arriba nunca queda allí. ¡Qué va! Se estudia bien estudiado, se negocia de la manera más eficaz, se envuelve en papel de regalo y se le ofrece a la población como un logro tan importante que nadie caerá en los beneficios que reportará a quienes han participado de ese proceso. Cada cual tendrá su parte y todos contentos. Claro que quien parte y reparte…
Ahora ya se puede afirmar que Santa Cruz tendrá un espacio para crecer y crecerá. ¡Vamos que si crecerá! Y, lo hará a lo grande, a lo bestia, a lo descomunal. Y, creo que me quedo corto.
Ya se han podido ver algunas imágenes (ver laprovincia.es) de lo que podría ser la ciudad que se proyecta construir sobre el gigantesco solar que dejará tras de sí la Refinería de la que vengo escribiendo. Un “gongo” donde irá metiéndose una mescolanza de cemento, hierros, planos y algo de tierra fértil y agua hasta completar lo que se ha denominado como “Santa Cruz verde 2030”. El nombre ya nos adelanta que tendremos una milla de oro, donde quienes son expertos en los procesos especulativos dispondrán su tabla de juego. Sí pido disculpas por este atrevimiento, pues solo dispondrán, según he podido leer en el diario señalado, de un treinta y tres por ciento del suelo. El restante sesenta y siete por ciento, será de dominio público, para diseñar servicios para la ciudadanía. Otro parque, lagos, zonas de esparcimiento y paseo y cosas así. Seguramente, veremos nacer viviendas sociales que se dedicarán a dar cobijo a familias necesitadas que las demanden. ¿Esto último no se cree mucho? Pues será porque hay demasiado incrédulo, pero hay que confiar en quienes rigen lo público, porque esos equipos solo piensan en el beneficio del pueblo al que se deben. ¡Tiempo al tiempo! Solo hay que esperar a 2028, que es el plazo que Cepsa ha dado para dar por finiquitada el desalojo de su refinería. A partir de ese momento, ya se podrá ver el espacio de trabajo para lo público y lo privado.
Nada debería llenarnos de preocupación de lo que será del “viejo Santa Cruz”; pues bien sabido es que hay capacidad suficiente para que, desde el Consistorio, se controle tanto lo uno como lo otro. No hay más que recorrer la autovía que une Las Teresitas con la zona Centro, para ver las edificaciones al más puro estilo rupestre que se mantienen en pie, en dicho recorrido (edificación en Cueva Bermeja junto a la Cementera, Almacén en el barranquillo de Valleseco, edifico del Balneario y antigua batería militar). Se han ido creando nuevos espacios de servicios y ocio y sin embargo desde el Ayuntamiento se ha optado por mantener esas estructuras en su más puro estilo de arte decadente del nuevo sigo. ¿Por qué razón se va a pensar que desde las oficinas técnicas no se va a cuidar el resto de la ciudad por mucho que les guste el nuevo juguete que Cepsa ha puesto en sus manos? ¿Por qué, siempre, se ha de pensar que alguien se aprovechará para reclamar “lo suyo” en las oficinas de Gerencia Urbanística del nuevo sector santacrucero? ¿Por qué razón cuando que se pone en marcha un magnífico proyecto como el que sirve de base a este artículo, siempre se ha de pensar en pelotazos y cosas raras? ¡Gente de poca Fe!