www.canariasdiario.com

Aniversarios nefastos

martes 28 de febrero de 2023, 07:00h

Esta semana pasada, el 24 de febrero, se ha producido el primer aniversario del inicio de la invasión de Ucrania, que no de la agresión de Rusia, que empezó en 2014 con la anexión de Crimea y continuó desde entonces con el apoyo indisimulado a la rebelión armada de los separatistas de las provincias de Lugansk y Dontesk en el Dombás, en el este del país.

Este primer aniversario constata el fracaso militar ruso, puesto que una operación que estaba diseñada para ocupar en pocas semanas todo el este y el sur del país, así como la capital Kiev, derrocar el gobierno del presidente Zelensky y, bien anexionarse sin más el país, bien convertirlo en un satélite con un gobierno sumiso a Moscú, al estilo de Lukachenko en Belarús, se ha convertido en una larga guerra de posiciones, en la que los ucranianos han recuperado gran parte del territorio conquistado al inicio por el ejército ruso, incluida la única capital de provincia que lograron ocupar, Jersón.

Pero si sobre este aniversario han corrido ríos de tinta, miles de horas de transmisión radiofónica y televisiva, se han celebrado reuniones internacionales al más alto nivel e incluso se ha propuesto un plan de paz por parte de China, aquí, en España, un día antes, el 23, se ha producido otro de un acontecimiento nefasto, cuyas consecuencias aun arrastramos hoy en día, que ha pasado casi desapercibido, sumidos todos los medios de comunicación en la vorágine ucraniana: el 42 aniversario del golpe de estado de 1981.

Es curioso, por decirlo con suavidad, amén de frustrante, lo poco que se sabe con certeza aun hoy en día acerca de la trama, o las tramas, que se tejieron antes y después del esperpéntico y vergonzante secuestro del Congreso de los Diputados por parte de Tejero y sus guardias civiles y el ignominioso bando emitido por el general Milans del Bosch, acompañado por la salida de los carros de combate a las calles de Valencia.

La inmensa mayoría de los intelectuales, periodistas y políticos de aquel momento, y aun hoy en día, hablaron y siguen hablando de intento de golpe de estado y de fracaso del mismo. Puede que algunos sean sinceros y lo piensen así, ya sea por “wishful thinking” o por conformarse con la información superficial promocionada y proporcionada desde las altas instancias del estado, otros, mejor informados, seguro que lo hacen con todo el cinismo y el descaro de que son capaces. No fue un intento, fue un golpe de estado en toda regla y no fracasó, sí la mamarrachada de asonada militar, pero no el golpe, que convenientemente reelaborado y reconducido, consiguió gran parte de sus objetivos.

De acuerdo con algunas informaciones de periodistas que han conseguido información de primera mano, sobre todo del sumario del juicio que, de modo inexplicable, sigue siendo secreto y también de entrevistas con algunas personas con algún conocimiento del tema, sobre todo de Julio Martín Alarcón de El Confidencial, que este mismo 23F ha escrito un largo artículo al respecto, el golpe venía fraguándose desde hacía tiempo y había una importante trama civil además de la militar. Se trataría no de un golpe de estado militar para reinstaurar el franquismo, sino para consolidar un sistema más o menos democrático, “corrigiendo” algunas de las derivas que había tomado la constitución, muy en especial el sistema autonómico, que se pretendía liquidar. El rey estaría de acuerdo y Armada tenía que ser el nuevo presidente del gobierno. Según Julio Martín todo falló porque Tejero abrió fuego en el Congreso y después se negó a aceptar la solución Armada. Pero el golpe consiguió su objetivo años más tarde gracias al infame gobierno del PSOE de Felipe González, que cumplió con los objetivos fundamentales: consolidar al rey Juan Carlos I y controlar y desactivar el sistema autonómico mediante la LOAPA.

Nadie con un mínimo de cacumen podía creer que solo hubiera un civil implicado en la trama, el único juzgado y condenado fue Juan García Carrés, un fascista violento, cabeza de turco ideal para desviar la atención de los verdaderos responsables, entre los que se encontraban, según Julio Martín, personajes de la enjundia de López Rodó y Luis María Ansón. Tampoco pudo escapar a nadie con un cierto nivel intelectual la tardanza del rey en aparecer por televisión y enviar el mensaje de respeto constitucional. Demasiadas horas.

Así que, donde fallaron los tardofranquistas y los monárquicos nostálgicos donjuanistas, tuvo que arreglarlo el felipismo, convertido en el más firme baluarte de defensa de un rey cuyo comportamiento era y siguió siendo, y sigue siendo, infame y por completo indigno de la posición que ocupaba, de la representación que ostentaba y de la responsabilidad que tenía, que debía tener. Y también en el tema del desarrollo de estado de las autonomías, que fue recortado, desmochado y saboteado en su espíritu y en su letra.

Se han cumplido 42 años y el golpe de estado no fracasó. Muchos de sus objetivos se cumplieron y hoy siguen vigentes, que le vamos a hacer, pero, por favor, basta ya de la macana de que Juan Carlos I salvó la democracia. Es una ofensa al buen sentido y a la propia democracia.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios