En ocasiones, la política es como el amor: a veces, nos da ganas de matar a nuestros dirigentes, y en otras ocasiones nos sentimos totalmente alineados con lo que nos ofrecen.
Será, no será, querrán, no querrán, y así parece que están nuestros dirigentes, como nos ha demostrado esta semana Pablo Iglesias, que, como en amor, está que no sabe si quiere o no y qué es lo que quiere.
Parecía que su papel como vicepresidente del gobierno le encantaba, pero ahora, de repente, ya no le gusta y quiere tener Madrid.
¿Será porque la erótica del poder los enamora a todos?
Como si de un juego de niños se tratara, están deshojando la margarita; ahora sí, ahora no, ahora soy el cice, ahora no.
¿Cuál será el próximo juego que jugarán nuestros parlamentarios? ¿El juego de la oca?
Aunque, pensándolo mejor, este ya lo juegan cada vez que llegan al gobierno, comiéndose a algunos y mandándoles a las mazmorras, mientras que otros cuentan 20 y vuelven a tirar los dados.
Nuestros líderes parece que no se enteran de que el pueblo está cansado, con ganas de salir hacia delante, que tenemos ganas de acabar con estos dichosos ertes, de quitarnos esta horrible mascarilla, que hace que nos salgan arrugas de no poder ni tan siquiera respirar.
Mientras que ellos se juegan a los dados quién se queda con qué, nosotros, el pueblo, estamos intentando sacar hacia delante el país que ellos tienen desquebrajado.
Para ello trabajamos sin descanso, pagamos los impuestos que otros países no pagan, arruinamos nuestras economías, mientras que otros países ayudan a reflotar a sus autónomos y pequeñas empresas.
Me pregunto si estos señores pueden seguir mirándose al espejo cuando se levantan cada mañana, porque hay muchos valores que parece que han perdido en el juego político del parchís.
Mientras tanto, nosotros, los autónomos, pequeños empresarios y trabajadores de a pie, seguiremos luchando para que ellos puedan seguir jugando a sus maniobras políticas y disfruten de cartera en cartera y tiro porque me toca.
Parece mentira que se tomen tan a broma la economía del país y la vida de sus ciudadanos como se la están tomando, porque si pudieran ganar perspectiva de sus sillas y pudieran verse desde un agujerito, pienso que se avergonzarían de ellos mismos.
Tal vez sea el momento para que, en las próximas elecciones en Madrid, sus ciudadanos salgan a las calles a quejarse de tantas injusticias y que, cuando vayan a votar, tengan en cuenta el teatro electoral, que, por cierto, pagamos todos nosotros y que está dejando en un lugar muy bochornoso a nuestro país.
Este teatro de títeres y marionetas que hacen de España un país vendido al mejor postor y que entre todos lo estemos catapultando a una tumba bien segura.
Querido lectores, recuerden, cuando tengan que votar en las próximas elecciones, todo este atrezzo de 'pan y circo' al pueblo, porque yo el circo lo veo cada día al escuchar las noticias, pero el pan, no termino de encontrarlo en ningún sitio.
Despertemos de nuevo a la nueva realidad y creemos entre todos el gobierno que queremos que se convierta en una realidad, eligiendo otros dirigentes que representen en mayor grado nuestros derechos y nuestros beneficios.
Si (
No(
