Incapaz de conducir, Ghalia, de 31, tenía pocas opciones que no fuera caminar varios kilómetros de vuelta a su casa en el campamento de Dajla para recoger algunas cosas, algo que demostró ser demasiado como para volver al hospital a pie. Tuvo que esperar horas antes de poder conseguir un viaje de vuelta al hospital ya que, como muchas saharauis, no podía conducir. Pero en lugar de ceder a la frustración y la impotencia, ella y Mana se pusieron en marcha.
Motivadas por la experiencia, elaboraron un plan para fundar una autoescuela en Dajla solo para mujeres, para las que ponerse detrás del volante todavía sigue siendo considerado algo inusual, aunque las actitudes conservadoras saharauis han comenzado a cambiar.
"Esta percepción ya está cambiando rápidamente, ya que la necesidad de que las mujeres conduzcan está siendo reconocida por la comunidad; muchas familias no tienen una presencia constante masculina y por ello las mujeres de esas familias dependen de otras para el transporte", explica Ghalia