www.canariasdiario.com

20 de noviembre

Por Julio Fajardo Sánchez
jueves 20 de noviembre de 2025, 14:16h

Franco no es el eje de mi vida, ni siquiera una circunstancia para ser tenida en cuenta de manera extraordinaria. Me refiero a lo personal. Nunca ha sido una obsesión ni le he permitido que condicione mi forma de pensar. Ha convivido en un tiempo con el entorno de mi existencia y he procurado siempre que esa coincidencia no afecte a mi libertad, porque considero a mi libertad como algo muy intimo que depende solo de mí mismo. He pasado 33 años soportándolo y 50 sin él. Al final sigo los consejos de los psicólogos y considero al tiempo pasado como lo que es y procuro vivir el presente de la forma más equilibrada posible, que tampoco me lo ponen muy fácil.

Hoy es 20 de noviembre y hace unas semanas que me vienen bombardeando desde la prensa con que se acerca el día esperado: cuando hay que celebrar 50 años de no sé qué. Coincido con Javier Cercas en que no hay nada que celebrar. Mi psicoterapeuta me dice que no debo perder mi tiempo en recordar, que el tiempo pasado, pasado está y no hay que empeñarse en revivirlo. Es como andar con los Reyes Católicos a cuestas, o como esos mejicanos que no dormirán tranquilos hasta que alguien les pida perdón. Conozco a muchos mejicanos que no les importa: no son clientes del oportunismo de unos políticos que les venden esos argumentos para captarlos.

Hace 50 años que Franco desapareció. Más de media vida. Hace falta ser masoquista para seguir torturándose con la evocación de algo que ya no está. ¡Hay tantas cosas que ya no están y no nos gustaría que volvieran a suceder! Sin embargo, a alguien le conviene que ciertas historias se mantengan en el imaginario colectivo. Sobre todo cuando se colocan en la balanza para compararlas con las que sí se aceptan como recomendables. Me niego a que me sitúen en un mundo en el que tengo que elegir permanentemente entre los buenos y los malos. Yo me declaro mediopensionista, que es equivalente a no hacer caso ni a los hunos ni a los hotros, como decía Unamuno.

Me dirán que eso es tibieza y falta de compromiso, pero es todo lo contrario, porque se trata de zafarse de las parcialidades para ser realmente independiente. Claro que esto que digo no gustará ni a los hunos ni a los hotros, siempre esforzándose en arrimar el ascua a la sardina que más les conviene. Por eso hoy, 20 de noviembre, para mí es un día cualquiera. No tengo nada que celebrar. Me da igual que Franco se haya muerto hace 50 años. Es más, me parece que es una cifra lo suficientemente importante para no seguir evocándolo como una cuenta pendiente. No tengo cuentas pendientes. No quiero tenerlas. Ni siquiera esa. Me he acabado el libro del doctor Carlos Jaramillo sobre el estrés y no quiero ensuciar mis meditaciones con cosas que me pueden contaminar. Soy egoísta. Lo sé, pero no me voy a prestar al juego de bailar al ritmo que me marca don Nicanor tocando el tambor. No me da la gana. Así que celebren la muerte de Franco cuanto quieran. Conmigo no cuenten.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios