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Virtud S.A.

Por Daniel Molini Dezotti
sábado 06 de septiembre de 2025, 07:00h

Virtud S.A. nació como una empresa anónima, aunque hoy goza de prestigio universal gracias al sólido respaldo de sus patrocinadores, hombres de poder, presidentes, ministros, consejeros delegados, quienes aseguran, con experiencia suficiente para asegurar, que ningún negocio resulta tan rentable como la manipulación de los sentimientos.

Fundada con el objetivo de destacar los valores de la condición humana, para luego convertirlos en dinero contante y sonante, Virtud S.A. abre sus puertas a nuevos accionistas.

La propuesta es clara: con más inversores, la especulación será más dinámica, la rentabilidad más ¿obscena?, y los índices bursátiles mejores que nunca.

Nuestro estatuto, redactado con la precisión quirúrgica que permite la ingeniería financiera, garantiza el disfrute de inversiones seguras, tanto, que están resguardadas en paraísos fiscales, impermeables a cualquier normativa reguladora.

Prueba de ello es la transparencia de los balances de nuestros fundadores, minuciosamente presentados, que ningún lector puede leer porque no se entienden, pero que los controladores de finanzas citan como si fuesen preceptos bíblicos.

La novedad de Virtud S.A. consiste en ofrecer servicios de alta gama en el rubro de la ética y el medio ambiente, ampliamente desarrollados y enseñados en cursos de adoctrinamiento, seminarios de etiqueta moral y alianzas estratégicas.

Todo ello con el horizonte claro de construir una sociedad “íntegra”, siempre a favor de los dividendos, para que sigan creciendo.

En nuestras campañas prometemos valores universales como verdad, confianza mutua, excelencia. A los inversores ofrecemos el eslogan, irreprochable, que señala que todo el beneficio será para los accionistas, de acuerdo a una regla corporativa certificada e impecablemente falsa, con balances y auditorías diseñados para impresionar a incrédulos, incluso a los que sepan leer.

La administración, independientemente del número de nuevos oferentes, seguirá a cargo de los accionistas fundadores, prohombres cuya unanimidad está garantizada, pues nunca discrepan en lo que importa: el dinero ajeno, repartido entre los mismos de siempre.

El acceso a Virtud S.A. puede realizarse por dos vías: pagando o cobrando.

Ambas están íntimamente relacionadas, siguiendo el principio económico que dice: para que alguien cobre, alguien debe pagar.

Examinando esa paradoja concluimos que el pago siempre es del otro, siendo el cobro nuestro cometido, independientemente del lugar y los modos donde se generen, gracias a la incorporación de jueces, funcionarios, policías y políticos a nuestro portafolio de integrantes estratégicos.

De ese modo logramos blindar la confianza, las responsabilidades, y conseguir que el bien común deje de ser un ideal abstracto para transformarse en un negocio sólido.

Virtud S.A. invita a quienes aún crean en la filantropía del capital, a unirse a nuestro directorio de representantes de la inmoralidad contemporánea, cuyos nombres no pueden ser revelados en este punto por dos motivos uno creíble y otro no.

El primero: los códigos de confidencialidad estricto de los bancos que nos impiden publicar identidades, Las leyes de protección a la privacidad velan por nosotros, con celo extremo.

El segundo, increíble: según el estatuto de las buenas prácticas, difundir nombres podría provocar colisiones, estallidos en la bolsa planetaria o, algo peor, que algún ciudadano descubra nuestra perversión y se indigne de mala manera.

Por estas razones combinadas, ambas disparatadas, la lista de accionistas ilustres permanece en la penumbra; usted no sabrá quiénes son, pero sí puede imaginarlos, porque todos, absolutamente todos, han destacado en los servicios más dispares.

Trabajando de modo individual o mancomunado consiguieron convertir hospitales públicos en centros vacacionales privados, diseñar proyectos donde países o campos de refugiados mutan a balnearios, que los enfermos improductivos envejezcan o mueran en listas de espera, los médicos reasignados a funciones de mantenimiento y la discapacidad un privilegio que no puede ni debe ser sostenido.

En nuestro plantel destacan industriales especialistas en cohecho, expertos capaces de transformar la presencia del estado en humo, los negocios legales en ruinas y hacer coincidir las rentas turbias con la mayor desgravación.

Contamos con expertos en quiebras, catedráticos en amaños, capaces de transformar delitos en errores administrativos, y empresarios con destreza para capitalizar lágrimas y sufrimiento en contratos, firmados con bolígrafos que transforman la ética y el honor en valores ficticios.

Todo lo expuesto convierte a Virtud S.A, en una de las empresas más solventes donde invertir, con un potencial infinito, porque detrás de cada sentimiento, sobre todo si es perverso, siempre, existe un accionista esperando cobrar.

Eso sí, los interesados deberían actuar con celeridad. Aunque parezcamos imbatibles, comienza a percibirse, en el horizonte, el olor de la descomposición.

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