Bajo un cielo teñido de tonos rosados y anaranjados, la Playa de San Agustín se transformó ayer en el escenario perfecto para la apertura de la novena edición del Maspalomas Costa Canaria Soul Festival. Desde temprano, el ambiente ya respiraba alegría: familias con sillas plegables, grupos de amigos con sombreros de paja y turistas de todas las nacionalidades se fundían en un mosaico multicultural, unidos por un mismo lenguaje: el soul.
El escenario, erguido frente al mar, brillaba bajo las primeras luces del atardecer, mientras el aroma a protector solar y a comida callejera flotaba en el aire. Las risas de los niños correteando entre la arena y el murmullo de conversaciones en distintos idiomas creaban una sinfonía previa al concierto. El ambiente era festivo y relajado, como si el océano Atlántico hubiera traído consigo una brisa de armonía.
Monterreina y el Calentamiento Soul
A las 19:30 h, las notas de Monterreina, selectora canaria referente de la escena musical independiente, comenzaron a fluir. Su mezcla de soul clásico, funk y R&B vintage encendió la chispa. El público, aún disperso, empezó a moverse al ritmo, algunos con pasos tímidos, otros con soltura, mientras el sol se despedía en el horizonte. Las luces del escenario, cálidas y amarillentas, se reflejaban en las copas de cerveza y mojitos que circulaban entre el público.
J.P. Bimeni & The Black Belts: El Fuego del Soul Africano
A las 20:30 h, llegó uno de los momentos más esperados: J.P. Bimeni & The Black Belts. El cantante burundés, con su voz profunda y carismática, electrizó a la audiencia. Desde el primer acorde, su fusión de Motown, afro-funk y soul psicodélico hizo que el público coreara y aplaudiera. "¡Otra, otra!", gritaban algunos, mientras las parejas se abrazaban y otros simplemente cerraban los ojos, dejándose llevar. El ambiente se volvió cálido, casi espiritual, como si cada nota limpiara el alma.
Memphis llega a Maspalomas
Cuando el reloj marcó las 22:00 h, la legendaria The Memphis Music Hall of Fame Band tomó el escenario. Once músicos en perfecta sintonía, dirigidos por Kurt Clayton, llevaron al público a un viaje en el tiempo. Los metales retumbaban, la batería marcaba el compás y las voces de Shunta Mosby, Dani McGhee y Candy Fox —verdaderas herederas del sonido clásico— erizaron la piel. El público, ya entregado, coreaba los coros y levantaba los brazos al unísono.
Entre canción y canción, los presentadores Rick Hutton y Sergio Miró interactuaban con la multitud, bromeando y contando anécdotas sobre los artistas, creando una atmósfera de complicidad y comunidad.