De pronto el coche se quedó sin combustible. Nos bajamos y afuera hacía frío. Nadie nos avisó de lo que iba a pasar. Hemos encendido una hoguera y ahora la ciudad está ardiendo. He visto a un grupo asaltando un supermercado. Ya no hay comida y se llevan unas zapatillas deportivas. Otros cargan con un gran televisor que no podrán encender. Alguien intenta manejar un móvil pero se ha quedado sin batería. Un maestro en el patio le explica a los niños que Franklin capturó a un rayo dentro de un cable y después Edison inventó la bombilla. Los trenes no funcionan ni los ascensores. Son trampas para quedarse atrapados. Hay una pareja desesperada porque el gato se ha quedado sin friskies.
La vida se pone cada vez más difícil. El abuelo asegura que antes era todo más fácil. Lo mismo dicen los del club nudista que acampa en la playa. Por la calle se escucha el ruido de los tambores que se acercan. Hay banderas con los colores del arco iris mezcladas con las de los sindicatos. Las mujeres llevan los pechos al aire. Creen que esa es la mejor forma de protestar. Ante tanto desorden sale una pareja en la tele que vive en una casa autónoma, desconectada de la Red, que tiene paneles solares en el tejado. Se han comprado un generador, por si acaso. Otro tiene a un familiar en el hospital y cree que todo va a salir bien. Los bomberos están en alerta permanente. Arde Israel y le hemos mandado dos aviones. Así se hace. A ver si no nos tienen en cuenta lo de las balas. Esperemos que entiendan que lo hicimos para contentar a Yolanda. Mi hijo está volando hacia Cuba. Hace un rato me puso un WhatsApp diciendo que ya había embarcado. El mundo está al alcance de la mano. He visto una simulación de la galaxia, y a la Tierra no se la ve por ninguna parte. Realmente somos insignificantes. Dentro de unos días elegiremos a un nuevo para y las cosas seguirán siendo igual que siempre