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¿Me conoces, mascarilla?

Por José Luis Azzollini García
lunes 29 de agosto de 2022, 10:49h

Contaba un antiguo humorista canario, Pepe Castellano-Pepe Monagas[1]-, en una de sus historias, que un señor en el umbral de su muerte, reunió a su gente alrededor de su cama y según iban llegando, todos hacían la misma pregunta para conocer el alcance de su gravedad: ¿Me conoces, Manolito? Y, así, una y otra vez, hasta que el paciente preguntó en voz alta: ¿Estamos en carnavales? Claro que no, le contestaron. ¿Y, entonces, por qué me preguntan todos si les conozco? -era costumbre en las fiestas carnestolendas, formular la pregunta de “¿me conoces, mascarita?” para saber si se era reconocido o reconocida, al llevar puesto un antifaz-.

Esa pregunta me ha venido a la mente ahora con las investigaciones que se llevan a cabo con el tema de las mascarillas. Se juzga, obviamente, el momento grave en el que no se conseguían ni mirando debajo de las piedras. Parece ser que, cuando hicieron falta y previo pagos de “dudosa moralidad”, algunas salieron. Pero, ahora, que se busca saber el nombre de quien o quienes, estaban directamente implicados, surge lo de “¿Me conoces, mascarita?”

Recuerdo, creo que todos lo recordamos, que las personas responsables de proveer dicho material al personal sanitario al comienzo de la pandemia y al resto de la población, posteriormente, se volvían locas para adquirirlo. Y, claro, ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores. Y, así surgieron una serie de “mendigos de riquezas”, que poniendo sus manitas extendidas, pretendían obtener unas suculentas limosnas de quien necesitaba lo que ellos podían proveer. He querido añadir lo de “riquezas” y “suculentas”, para diferenciarles de quienes se ven en la necesidad de pedir para subsistir.

Hoy en día se juzga las situaciones vivida en Madrid y en el Gobierno de Canarias -no sé si habrán más procedimientos abiertos-. En el primero de los casos, lo que se enjuicia son las comisiones que supuestamente se llevaron unos señores –o, “sujetos”, si se confirma su autoría- por servir de intermediarios entre el proveedor y la sanidad madrileña. ¿Comisiones por prestar auxilio a quien lo necesitaba más que el comer? Estamos seguros de que, de ser cierto lo que se les imputa, no estaríamos todos los españoles conforme en que se juzgara el hecho en sí mismo, más que el tamaño de la comisión obtenida. ¿Juzgar por recibir una suma equis de dinero por traer a España lo que se demandaba con tanta urgencia? ¿No sería más justo determinar si obtuvieron beneficio alguno por enlazar al fabricante con los usuarios y una vez establecida esa posible realidad, meterlos entre rejas -solo por eso- y tirar la llave? ¡He escrito tirar la llave! Y me mantengo en ello basándome en que, mucha gente se contagió en el periodo en el que no había protección de boca y nariz, por la falta de ese artilugio; que una vez aportado, demostró su utilidad para evitar los males que el virus producía. Mucha gente de la contagiada, no superó la enfermedad y nos dejó. Ese es mi argumento para tirar la llave -insisto, una vez demostrada la autoría en llevarse una comisión de algo de urgente utilidad. ¡Así fuera, un solo céntimo de euro!- Usted puede llevarse la comisión que pueda y le permitan por vender un coche, una casa, una lavadora o lo que sea. Pero hablar de comisiones ante una epidemia como la vivida, no tiene pase alguno.

En el otro caso que se juzga, Canarias es protagonista. Es algo más complicado y necesitará de una gran investigación para determinar dónde está la llave, matarile, rile ron. Pues en nuestro caso, parece ser -perdonen mi torpeza si no lo recuerdo correctamente- las mascarillas correctas, ni siquiera llegaron a entrar en los almacenes sanitarios. Presuntamente, se abonaron, pero no se produjo el recibo de la mercancía. A priori, parece una cosa sencilla de clarificar: se busca a quien se le hizo la transferencia, se le solicita su devolución, se le pone en la lista de indeseables y aquí paz, y en el cielo gloria. Y, por supuesto, se actúa contra el comisionista de turno -que parece que también lo hubo- de la misma manera que se ha sugerido en el caso de Madrid. Me parece haber leído que la empresa que tenía la responsabilidad de traerlas, tenía entre sus responsabilidades empresariales, la compra-venta de coches. ¿Mascarillas con marca automovilística? ¿En tiempo de guerra, cualquier agujero es trinchera?

Se sabe que, en ambos casos, estaríamos hablando de dinero público y como tal, sujeto a auditorías y demás controles que han de servir para detectar todo lo inaceptable. Se sabe también, que a toro pasado, todo es mucho más fácil. Pero, una vez resuelto el tema de la urgencia, se debe actuar con todo el peso de la Ley y seguro que rebuscando, se podrá encontrar alguna rendija legal por la que se pueda evitar el andar con comisiones en situaciones de esta importancia y actuar contra este tipo de individuos y su sistema mezquino de llevarse un dinero de la necesidad imperiosa de una población. Es posible que la Justicia sea ciega, pero la humanidad no puede cerrar sus ojos ante este tipo de actitudes. ¿Comisiones por buscar a proveedores de algo estrechamente ligado a la vida? ¡No, y mil veces no!

¿Me conoces mascarita? ¡Cómo no se te va a conocer si andas con vehículos de alta gama y brillas, allá por donde caminas, como si fueras el mismísimo dios Sol!

Lo único que deseo y lo digo con toda la rabia del mundo, es que estas mascarillas por las que ahora has cobrado comisión, se conviertan en eso para ti, para ustedes: “las más carillas”. Creo en la Justicia del País, y sé que podrán tratar de engañarla, pero al final, se dará con la respuesta contradictoria que les lleve a una sentencia apropiada. Solo le pido a quien deba condenar, que lo haga de forma ejemplar, para que todo el tema de comisiones se erradique del sector público. Y, quien las admita, desde dentro -si se diera el caso-, sea apartado del cargo que les permita aceptarlas.

¿Comisiones por aportar algo, sanitariamente necesario, para la vida?

¡Venga ya!

Da igual que el tema “comisiones” sea algo aceptado por la sociedad. Si su uso está recogido por la Ley, debería de plantearse el sentido con el que se aceptó. Muchos de los que hemos ejercido como comerciales, las conocemos. Pero una cosa es una comisión por la venta de algo que forma parte de lo “no compatible con la vida”; otra cosa son incentivos empresariales para motivar a los vendedores y otra, bien distinta, es el aceptar que una persona, con pocos o nulos escrúpulos, pueda hacerse con un dinero extra solo por poner en contacto a “A” con “B” y así, hacer su ecuación perfecta.

Para que, ni Pepe Monagas, ni ninguna fiscalía, pregunten si estamos en Carnavales, Sería bueno asegurarse, primero, quien es el interlocutor.

¡En la gestión de lo público, la pregunta, debería estar siempre implícita!

[1] Pepe Monagas, personaje humoristico de Gran Canaria interpretado por Pepe Castellano con letras de Pancho Guerra , que contaba historias cotidianas basadas en el arraigo popular.

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