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La Palma y el olvido

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 01 de junio de 2023, 05:00h

Volvemos a La Palma para presentar la Memoria institucional de Cáritas Diocesana correspondiente al año 2022. La próxima semana, el jueves 8 de junio, en el día del Corpus de Mazo y en víspera del de otros tantos lugares en el que se celebrará esta fiesta eucarística poco después de concluir el tiempo de Pascua. ¿Por qué vincular la presentación de la Memoria de Cáritas a la Eucaristía y por qué volver a poner en valor la isla de La Palma?

Aunque se haya enfriado la lava del volcán, las consecuencias de su acción devastadora no han concluido. Y ahí debe seguir estando Cáritas si es verdad que su prioridad son los últimos y no atendidos. No nos podemos olvidar de lo que ocurrió ni podemos olvidar a quienes lo sufrieron en sus carnes y en sus bienes materiales y sentimentales. El olvido es un problema de nuestra cultura acelerada en la que la imagen asume un protagonismo radical sobre la idea. Preferimos ver que imaginar. Preferimos una película a una novela.

Para no olvidar es por lo que, quienes podían decidir lo han decidido así: presentar la Memoria en La Palma. Intentar atornillar la realidad al presente y no bailar con el olvido. Qué fácil es pasar página y retomar otro fragmento. Con cuánta rapidez se olvida el dolor ajeno. Por eso la caridad está estrechamente vinculada a la Eucaristía. Porque esta es más que recuerdo, memorial; hacemos memoria de lo que ocurrió allá, aquella última cena de los apóstoles con el Maestro. Una herramienta contra el olvido del mayor amor posible.

Acostumbrándonos estamos; sí, acostumbrándonos a la fragilidad de la verdad hasta el punto de que ya ni nos sorprenden ni nos disgustan las mentiras. A veces hasta las justificamos en aras de un bien más grande al final del proceso. Y hemos dilatado las tragaderas hasta el punto de que ya no hay mentira que nos asquee. Y no puede sernos indiferente. Si no recordamos lo que ocurrió siempre podremos ser sorprendidos por quienes rehagan el pasado debido a sus intereses particulares. Y lo que fue objeto de movilización social y solidaria queda en las hemerotecas de las informaciones pretéritas.

Quienes proponen innovaciones educativas que infravaloran la memoria del alumnado no están libres de culpa en no contrarrestar esta cultura del olvido, la indiferencia y el descarte de lo racionalmente complicado. Mejor he de responder que estamos bien, para no entrar en detalles. Y eso no es pacífica convivencia, sino pacifismo desorientador. La verdad, y su radical importancia, merece el esfuerzo del recuerdo y de la memoria.

Y todo esto porque me enviaron al correo electrónico el pasaje para acudir el próximo jueves 8 de junio a La Palma a la presentación de la Memoria de Cáritas mientras hablaba con una catequista de los poemas que nos hacían memorizar en las viejas clases de EGB del siglo pasado. Dos hechos que bailan con el debilitamiento de nuestra capacidad cognitiva y, de paso, con nuestra capacidad de valoración social.

Igual nos está conquistando esa mala certeza que canta que es muy corto el amor y muy largo el olvido. No se puede olvidar si se amó. No es posible envolver en olvido el amor de verdad.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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