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La igualada

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 09 de marzo de 2023, 05:00h

Me gusta esa expresión con la que los Costaleros se sitúan debajo de un paso de la Semana Santa. No somos todos iguales, y sin embargos nos igualamos colocando los travesaños a la altura adecuada y situándonos de manera coherente junto a otros más iguales o diferentes bajo el peso a procesionar. La “igualá”, con tono andaluz…

Como a las frutas de una macedonia, hay un elemento común que nos identifica y asemeja dentro de la diversidad esencial que tenemos como personas. Igualar no es cambiar muestras peculiaridades, porque del paso saldrá como entraron, distintos y desiguales; pero se ha construido un espacio común de equidad para que nadie cargue más que nadie. Se ha igualado la dificultad y se ha construido un espacio común de servicio al todo. Es un hermoso símbolo de la solidaridad, como virtud que construye la amistado social.

Una sociedad de iguales en derechos y responsabilidades debe acoger la peculiaridad individual de cada cual. No es coherente con nuestra naturaleza forzar una igualada que borre lo que cada cual es y puede. Hay igualadas sanas y excesos en las igualadas. Para vestir de cofrade costalero hay que tener un hábito solidario del color divino que es pluralidad de personas en una eternidad verdadera. El pluralismo es la acogida intelectual de esa realidad avasalladora de la pluralidad inevitable.

“Saque el coche del pasillo que esta tarde será la igualada y el primer ensayo”. Así me lo dijeron y así me quedé dándole vueltas al hecho de que muchos se conviertan en una única voluntad bajo el peso compartido de una imagen de pasión.

Y saqué el coche y se igualaron.

Benditas las diferencias y peculiaridades que nos hacen ser personas. Altos, bajos, calvos o peludos, flacos o fuertes, hombres y mujeres, hábiles o torpes, todos en una macedonia hermosa que asimila en un sabor único las diferencias y peculiaridades. Una igualada que genera que quien puede menos no se sienta excluido, y quien puede más no salgan a la calle solo. Igualadas que construyen una sociedad del buen común.

Sobre sus espaldas, apoyado sobre su costal, dos imágenes de nuestra devoción: la Virgen de la Soledad y el Cristo Resucitado. Dos momentos del final de la Semana Santa: el Sábado Santo y el Domingo de Pascua. La muerte y la vida al ritmo y compás de un andar acompasado y rítmico que nos iguala a todos. Todos vivimos entre la muerte y la vida, entre el frío y el calor, entre lo triste y lo alegre; igualados en dolores y placeres.

Los autónomos y los que trabajan por cuenta ajena; sanitarios y docentes; trabajadores de servicios públicos y privados; técnicos y voluntarios… Costaleros de una sociedad conformada por distintos que han sido conquistados por la solidaridad que genera una extraordinaria igualada.

Pongámonos el costal, y a cargar con esta vida hermosa.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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