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El poder de la copla

Por Julio Fajardo Sánchez
miércoles 27 de diciembre de 2023, 05:40h

Rafael de León era un poeta extraordinario. Gracias a él la copla es uno de los tesoros de la música española. La copla se entiende desde Barcelona a Santiago de Compostela y desde Bilbao hasta Cádiz. Es la magia del lenguaje que unifica y salta sobre todas las barreras culturales e identitarias.

En su última novela, “Le dedico mi silencio”, Vargas Llosa sostiene que la llegada del español a América supuso que la gente consiguiera por fin entenderse en una lengua que superaba a las cerca de quinientas que existían en el territorio. El lenguaje unifica y no separa. Esto no significa que haya que denigrar a la diversidad, que enriquece a los pueblos porque esta también dignifica su personalidad y su idiosincrasia. En “Limosna de amores” dice: “Yo debía serrano cortarme las venas cuando entre los ayes de una copla mía pusiste en vilo mis carnes morenas con unas palabras que no conocía”. ¿Qué palabras son estas que hace estremecer al cuerpo? Las coplas de Rafael de León han sido cantadas por Serrat, por Sabina y por todos los que entienden el poder del vehículo de la canción. Lo del poeta, sin embargo, hoy no sería capaz de pasar el examen de la corrección.

Poner en vilo la estructura más íntima de alguien verbalizando imágenes podría considerarse agresión o acoso. Igual que en “Te esperaba hasta muy tarde, ningún reproche te hacía”, de “Te quiero más que a mi vida”, hay un tufo de sumisión intolerable y de abuso machista, que llega a ser violento viendo la amenaza de Juanito Valderrama en “El emigrante”, cuando le sugiere a su amada que le va a arrancar la dentadura para hacerse un rosario.

Indiscutiblemente hay amores que matan, que son los que nunca mueren, según Joaquín Sabina. La copla es tremenda y representa a esa pasión española entre los besos y las navajas, escondida en la Carmen descubierta por Prosper Mérimée, aunque Carmen Sevilla se empeñara en decir que ella era la auténtica y no la del francés. La poesía de Rafael de León es indiscutible y las suavidades del amor se encierran en sus letras a pesar del reconocimiento de los errores en un reproche permanente: “No debía de quererte y sin embargo te quiero”. Escribe George Bataille sobre la relación entre Eros y Tanatos.

La vida es continuidad y sustitución y el acto del amor está relacionado con la muerte, cada orgasmo es la simulación de un fallecimiento, la entrega de algo sobrante que va a dar lugar a otra existencia, el rendimiento de un tributo de una plétora que tiene su réplica en una experiencia mística. De aquí la tragedia de los amantes de Verona, o ese luto del que se reviste la copla cuando dice: “que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen si te falto alguna vez”. Ella grita: “Eres mi vida y mi muerte”, y me parece estar escuchando a santa Teresa diciendo que muere porque no muere.

Estas son las cosas que me apasionan de una España a la que quieren hacer desaparecer. En otros lugares es más artesanal y el romanticismo deja de ser una tragedia para convertirse en un canto de arada, una de esas manifestaciones populares para acompañar a la faena diaria. Esa es otra forma de verlo. Por eso Raimon cantaba: “Treballaré el teu cos com treballa la terra el llaurador del meu poble”.

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