El artículo 45 de la Constitución dispone que todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo, y que los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva, lo que implica que nadie está libre de contribuir a este fin.
Este mandato constitucional ha sido desarrollado mediante diferentes normas locales, autonómicas, estatales y europeas dirigidas a prevenir la aprobación y realización reiterada de actividades que dañen el entorno natural. Nuestro ordenamiento jurídico ha creado un sistema de responsabilidad que prevea eficazmente los daños medioambientales y que, para los casos en los que estos lleguen a producirse, se asegure una rápida y adecuada reparación del medio dañado y la sanción a las personas, entidades o instituciones que sean autores o partícipes de dichas acciones lesivas al medio ambiente y a la biodiversidad.
Lanzarote fue declarada, con todos sus núcleos poblacionales, Reserva de la Biosfera por la UNESCO, el 7 de octubre de 1993. Las políticas públicas dirigidas a la preservación de la biodiversidad, de las especies endémicas, la singularidad de sus ecosistemas, la belleza de sus paisajes y la riqueza del patrimonio arqueológico de la isla es una obligación pública irrenunciable para la Primera Corporación Insular y para los Ayuntamientos de la isla.
Las políticas económicas de la isla no compiten con su preservación, al contrario, sólo una acción pública responsable con el medio, armónica con la preservación de los paisajes naturales, educada, sensibilizada y consciente de la importancia de priorizar el medio natural en el que nuestra vida transcurrre, puede garantizar que la industria turística sea una fuente de riqueza sostenible con ambición de permanencia.
Las instituciones públicas están obligadas a velar por el cumplimiento de la legalidad y a adoptar las decisiones necesarias para garantizar que la preservación de los valores naturales de la isla, nuestro verdadero motor económico, sea el objetivo prioritario de la política insular, por encima de intereses económicos cortoplacistas y contrarios al objetivo vital de proteger la isla, la biodiversidad y su riqueza ambiental.
El compromiso de adoptar políticas cuya prioridad sea la preservación y protección del medio natural se plasmó en el Acuerdo de Gobierno de 30 de agosto de 2019, en el que se aprueba la declaración de la Emergencia Climática en Canarias. Dicha declaración, ratificada en el Parlamento de Canarias, tiene como finalidad comprometer las políticas del Gobierno de Canarias y de todas las Administraciones Públicas, para que contribuyan a frenar la amenaza mundial que entraña el cambio climático.
Entre los objetivos y metas de desarrollo sostenible a los que se han obligado el